lunes, diciembre 11, 2006

BIENTEMPLAO - Román se mete barrio adentro

Hay gente que no tiene límites. Claro, a cierta edad son pocas las cosas que importan. Mire usted a Osmel, por ejemplo, haciendo cuñas de Traki…

Pero no es ese señor el tema de este post.

Román Chalbaud.

Ese sí que es verdad que tiene pocos límites, aunque en su descargo debo decir que extrañamente no apareció en los avisos alabando a la Pdvsa que es de todos.

Seamos honestos: en realidad no tenía porqué hacerlo. Chalbaud está para cosas más grandes, para mesas más suculentas, no para migajas. Ya dio su versión acomodada del Caracazo. Tan veraz y ajustada a la realidad… que fue premiada por el Ministerio de la Cultura en 2005 y también en el Festival de Cine Latinoamericano de Cuba.

Ahora Chalbaud va por más. Y se lanza con alegre humanismo y con toda su sensibilidad por el prójimo a un proyecto que lo elevará al panteón de los grandes artistas libertarios que medran de los gobiernos autoritarios y que pese a la evolución de la especie aún se empeñan en olerle los peos al comandante Fidel Castro, a quien pronto Dios tendrá en la gloria. Nuestro Román Chalbaud está escribiendo el guión de una película sobre un grupo de médicos cubanos enviados a Venezuela.

Este poeta del celuloide, orgullo patrio, ha encontrado la inspiración en un libro que seguramente relata la verdadera realidad de estos héroes de batas blancas.

“Es un libro que escribió Enrique Ubieta, el director de la cinemateca cubana, acaba de salir, se llama Venezuela Rebelde. Allí se cuenta la historia de los médicos cubanos por toda Venezuela, también narra el proceso de la revolución bolivariana”.

Las palabras de Chalbaud recogidas por la Agencia Bolivariana de Noticias en la propia capital de la isla, lo dicen todo: un funcionario del muy digno gobierno cubano decide contar las experiencias de los médicos y, de paso, narrar el proceso endógeno y participativo.

No quería mentarle la madre a Chalbaud, pero a estas alturas ya no me aguanto: el coñoetumadre Román.

Seguramente el funcionario Ubieta y el muy sensible Román habrán capturado todo el drama de unos tipos que son enviados a otros países a cambio de dinero o –mejor aún- de petróleo. Una relación muy justa, claro, muy humana: te paso a 5 mil, 10 mil doctores y tú, acere, me das unos barriles de petróleo. Una esclavitud light, por supuesto, si consideramos la peladera de bolas de esta pobre gente en la isla.

Imagino también que el funcionario y el director asomarán la caricatura de alguno de esos que se atreven a desertar de la misión. Esos que entregaron su alma al diablo, que se dejaron seducir por los demonios del capitalismo, que se dejaron tentar por la concupiscencia de la democracia, la libre prensa, la libre circulación, la libertad de opinión, la libertad para escoger. Esos que si alguna vez pensaron en lanzarse a los tiburones, pudieron encontrar ahora un camino desenfrenado hacia la frontera, resollando de miedo, hasta llegar de alguna manera a pisar el suelo que les promete recibirlos por el mero hecho de ser cubanos y de ser casi esclavos.

Y por echarle vaina a Fidel también, no hay que caerse a cobas.

(más información en www.barrioafuera.com, un site que, además, es de utilidad para estos malagradecidos que quieren dejar los barrios caraqueños)

Ah, poeta, camarada Román, usted que ha envejecido y engordado aquí, tan libre, tan asistido por todos los gobiernos para hacer sus películas, tan facultado para viajar a donde le salga del forro, para comer lo que usted quiera, para leer lo que mejor le plazca a su intelecto… confío en usted, camarada, usted mejor que nadie podrá retratar la gesta heroica de estos hombres y mujeres de tan alto valor: más de 100 mil barriles diarios de petróleo casi gratis y cerca de 400 millones de dólares (durante los primeros nueve meses de 2006) según unas facturas que solidariamente Cuba le manda a Venezuela.

Entre tantas certezas, camarada, sólo una duda me asalta: ¿quién pondrá la platica para esa obra que espero con ansias? ¿A cuál revolución le pasará usted la factura?

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