martes, octubre 30, 2007

JARTERAPOP – Manu Chao y las extrañas secuelas de la marihuana

Salvo una que otra cosa de Mano Negra y la gran impresión del famoso concierto que dieron en la Plaza Caracas hace muchos muchos años, el trabajo musical de Manu Chao nunca me terminó de atrapar.

Puedo reconocer sin problemas que debe ser un gran tipo, que debe caerle muy bien a la gente, que posee el don de la melodía pegajosa y que es sumamente hábil para pertenecer al mainstream pero manteniendo su pose de rebelde del underground.

Fuera de eso, Manu Chao –según mi opinión de experto musicólogo mecagoentós- no ha podido desprenderse del eurocentrismo ni del colonialismo europeo. Con su buena onda y tal, Manu viene, se lanza sus viajecitos por Latinoamérica, pasea en trenes destartalados, monta en burro y en mula, se mete en el monte, fuma monte bueno y barato, hace rumbitas proletarias, da dos o tres pasitos de salsa o dos de vallenato o lo que le pongan, elige a alguna negra sabrosona y se encama, fuma más monte del bueno y barato, puede que hasta sea capaz de hacer sus deposiciones en la letrina del rancho y después, cuando se harta de la vida tercermundista, cuando ya no le da más el pellejo de compartir con estos macacos ruidosos, pide un taxi al aeropuerto, compra un boleto de primera clase y –antes, por supuesto, lanza por el váter los restos de mariguana que le quedaron en los bolsillos- regresa a la comodidad del hogar, al buen rollito de Barcelona.

Y al llegar a casa, además de haber comprado varios ponchos de colorines y un gorrito rastafari, tiene más alimento para su música. Porque durante todo ese tiempo, el Manu ha estado saqueando aquí y allá, expoliando sonidos, la música de éstos y la de los otros de más acá, para entonces mandarse su cancioncita: la base rítmica de tal, algunas palabras en francés, otras en inglés y unas cuantas más en español que rimen bien y que se entiendan en lo más básico de esas sociedades tan elementales que le aportaron las músicas que machacará y pasará por su tamiz europeo.

Manu, muy underground, entonces se meterá en un estudio de alta tecnología, con tremendos instrumentos, músicos de alquiler, su propia banda itinerante, grabará un nuevo disco que entregará a una de estas transnacionales de la industria y esa corporación le dará el tratamiento de mercancía que le da a todos los productos que recibe, Manu aparecerá en cada uno de esos grandes medios a los que los globalitontos dicen despreciar, pondrán vallas como las de Coca Cola en los metros de París y Barcelona, y el buen Manu venderá otros millones de discos, cosa que al fin y al cabo es lo que anhela todo músico: que su vaina se venda bien para poder seguir haciendo lo que le gusta.

¿A qué viene todo esto con Manu?

La Rolling Stone colombo-latinoamericana trae un texto sobre Manu Chao que, la verdad es que llega viejo porque fue antes del lanzamiento de su nuevo cedé.

Pero no es del disco que quiero hablar. En principio porque no lo he escuchado. Y en final porque me importa un carajo y creo que no lo escucharé. A menos que se lo compre a un pirata, cosa que no debería molestar a la mentalidad marxistoide de nuestro héroe explorador.

La vaina es que en esa entrevista Manu aborda un clásico del europeo bien pensante: es en América Latina donde deben suceder las cosas interesantes. No en Europa, no tío, joder, donde todo está muy guay es allá, en el Nuevo Mundo, a donde nosotros vamos y observamos ese laboratorio y vemos cómo se joden entre ellos y antes de que nos peguen un balazo o nos metan presos, nos piramos. Porque es que tío, en Europa ya no se puede, todo ha muerto, ya no hay cambio posible, eso está lleno de viejos reaccionarios… Provoca preguntarle, coño Manu, ¿y qué has hecho para motorizar ese cambio? ¿por qué no forman una guerrilla y tumban gobiernos? ¿por qué no nacionalizan empresas y mandan al carajo a las transnacionales?

En fin, si todo está tan viejo, por qué no aprovechan y hacen su propia revolución e instalan a un nuevo tirano en la casa presidencial. ¿O es que esos viejos chuchumecos pueden más que el poder joven?

No Manu, no lo hacen porque ya en Europa, en muchas partes de ella al menos, pasaron por lo peor. Y por eso es que te puedes dar la vida que te das. Y por eso el viejito comunista que es tu padre, podrá tener su pensión para mantenerse sin tener que pedirte plata a ti.

También le tocan el tema de la revolución chavista. Y el hombre dice que la apoya “sin dudas”, aunque dice que tiene cuestionamientos sobre la figura de Chávez. El periodista le pregunta cuáles son esas críticas y cuando uno piensa que Manu va a decir algo interesante que refleje su independencia intelectual y su lucidez, sale con esto:

“…Pero no soy chavista, porque soy Manu y nunca fui de nadie. Tengo muchas críticas sobre Chávez.

¿Como cuáles?

- El símbolo de Simón Bolívar. Bolívar liberó a América Latina con las armas de los ingleses. Para sacar a los españoles vendió América Latina a los ingleses. No me parece el símbolo adecuado. Ponme un símbolo moderno, por favor. Ponme al Chavo del 8, qué sé yo”.

Coño. ¿Nos vendieron a los ingleses? ¿Y cuándo fue que se nos olvidó tomar el té a las 5 pm? ¿Cómo fue que superamos el colonialismo de conducir con el volante del otro lado? ¿Por qué fue que nunca aprendimos a hacer cerveza Guiness ni a jugar fútbol?

Me atormenta ahora saber, ¿cuánto fue que se llevó Bolívar a la tumba por vender el continente a los británicos?

Y, carajo, ¿cómo sería todo si en las millones de vallas y murales del jalabolismo rojo se incluyera la imagen del Chavo del 8? ¿Cuánto le cobrará Chespirito a Chávez por los derechos de uso sobre su personaje?

Se nota que Manu recibió las lecciones de papá Chao: Marx despreció a Bolívar, si soy marxista de café entonces yo también lo desprecio pero de manera superficial…

Dice un poco más delante y también un poco más atrás, que le molesta que le tachen de estalinista en algunos sectores de Europa sólo por expresar su apoyo a la dictadura de Fidel y al gobierno de Chávez. Pero es muy curioso que este tipo libertario, nómada impenitente, librepensador, humanista y ecologista deje aflorar sus preferencias por sistemas totalitarios antes que por la democracia.

Y no lo digo por sus simpatías por Fidel y Huguito. No. Manu cuenta que en Eslovenia vio muchos borrachos tirados en la calle, gente sin hogar y que le preguntó a algunos nativos desde cuándo estaba esa gente así y entonces le contaron que “antes de la caída del Muro no había ninguno, que era un fenómeno nuevo del capitalismo y la democracia”. Entonces concluye, muy brillante: “Yo no estoy tan seguro de que ahora estén mejor que antes”.

Ese “antes”, claro, es algo que Manu no conoce. Ni conocerá: no olvidemos que es francés y español.

El texto también recuerda el gran mensaje de Manu ante los jóvenes cubanos que fueron a su concierto en La Habana: “Todas las mafias que reprimen al mundo se esconden detrás de la palabra democracia”. O sea que, según Manu, los cubanos oprimidos por Fidel no se estaban perdiendo de la gran cosa porque esa vaina llamada democracia –de la cual él sí disfruta- a fin de cuentas es una cagada.

Así que Manu Chao quiere a un hombre fuerte mandando. Pero para verlo de lejos y analizarlo y adorarlo desde algún bar del Barrio Gótico. De lejitos las revoluciones y los tiranos se ven mejor. No se perciben tanto los detalles. Y si te fumas un porro, tío, agarran más onda.

¿Y este es el Señor Esperanza?

Después dicen que la marihuana no tiene efectos secundarios a largo plazo...

lunes, octubre 22, 2007

TODOBICHODEUÑA - La quinceañera

Entonces tu hija apenas cruza la barrera de los quince años -después de hacerte un hueco en el presupuesto de los próximos cinco con la fiesta al estilo MTV o con el viaje en el crucero que tu nunca has hecho- empieza, la muy avispada, a hacer planes: que si dónde serán las vacaciones del próximo verano –la pobre cree que vive en una serie juvenil-, que si cuándo será que la enseñarás a manejar, que si va a estudiar esto o aquello sin saber muy bien de qué carajos se trata ni ésto ni mucho menos aquello, que si antes de la universidad le tienes que pagar un curso de inglés en Londres o, mejor aún, en Daytona Beach como si tú te chuparas el dedo; que ya sabes que a los 18 tienes que regalarle –así dicen: regalar- unas tetas nuevas y grandes -¿y para quién?, me pregunto yo: ¿quién será el verdadero destinatario de ese regalo?- ; que si ya va siendo hora de que le aumentes la mensualidad porque ahora tendrá más gastos –peluquería y uñas todas las semanas- y que también ya es momento de que le retrases la hora de llegada en las noches porque las fiestas arrancan más tarde y es muy chimbo y boleta llegar primero que las más tontas, un grupo en el que ella jura que nunca está incluida por razones obvias.

Ella se cree que ser más delgada y tener el cabello liso ya la hace más viva que las demás.

¿En qué momento fue que estas carajitas se volvieron monstruos? ¿Qué pasó con la cachetoncita esa que hasta no hace mucho se quedaba dormida contigo viendo comiquitas? ¿Y la que llegaba pintarrajeada a obsequiarte sus dibujos de palotes o de dedos coloreados? Qué vaina jodida esta de ponerse viejo.

jueves, octubre 18, 2007

SOCIALISTANDO – Comenzó el papidandeo del Comandante

Así que ya empezó la vaina. No podían aguantarse ni esperar a ver si lograban tener éxito.

No.

El día que liberen –ojalá que sí- a los secuestrados en Colombia los protagonistas serán ellos, las víctimas, los que estuvieron privados de su libertad a manos de una pandilla de criminales que se pretenden luchadores por un mundo mejor.

Y no conviene mucho. Porque al final, eso le restaría un poco de protagonismo al elefantiásico ego del Comandante: coño, que me saquen a mi primero la foto.

Por eso entonces se mandan esto de los conciertos. Es fácil lograr convocatoria cuando juntas palabras: libertad, justicia, solidaridad. Y tal. Así conquistan las voluntades de músicos que o por verdadero afán humanista o para no pelarse la promoción de estar allí o con pleno conocimiento de cómo es que de verdad es este juego, se anotan en la fila para montarse en la tarima. Y será un gran acto para ensalzar al nuevo líder continental, al “huracán político”, al prodigioso heredero del “guerrero del amor”.

Aaaah, ¡qué bello es todo!

Y mientras en esos conciertos la gente goce una bola, se tome sus cervezas y se fume su mariguana; los secuestrados seguirán tan jodidos como lo han estado desde el día en que estos miserables los arrancaron del mundo.

A menos que ocurra el milagro comeflor: que el poder de la música, que la dulce voz militante de Andrea Echeverri o el toque evangélico de Juan Luis Guerra o la poesía alcahueta de Silvio toque las almas endurecidas de esos “guerreritos del amor” y decidan abrir las puertas de los cambuches para que las víctimas regresen a sus hogares.

No me jodan.

Y me pregunto: ¿qué será lo que de verdad quiere Piedad Córdoba? ¿La liberación de los 45 rehenes o la excarcelación de los 500 guerrilleros presos?

miércoles, octubre 17, 2007

SOCIALISTANDO – El desprecio*

Cada vez que alguno de los literatos de la revolución gloriosa se inspira y –campaneando un Blue Label y con la pancita bien llena- barrunta algunos versos o hilvana sus líneas con torpeza de hilandera con glaucoma y sin Misión Milagro, el producto de ese arrebato místico, de ese desatino de musas confundidas, siempre terminará convertido en libro perpetrado por alguna editorial oficial y encontrará pronta y segura distribución al amparo del perro y la rana.

La mayoría de estos iluminados no tiene de qué preocuparse porque esos abortos del ingenio encontrarán papel y lomo seguros: es muy fácil publicar cuando se está en el poder. Es tan fácil, que si ni el perro ni la rana te aceptan tus vainas, siempre sobrará algún dinero de la gobernación o de la alcaldía que manejas –o a la que te pegas como garrapata- para obsequiarle al mundo el desabrido fruto de tu intelecto.

Desde que el vate Isaías coronó en la excelsa Biblioteca Ayacucho, cualquier cosa puede pasar. Dígalo ahí, poeta.

Por eso poco extraña que en sus delirios reformistas a la propiedad intelectual se la pasen por el forro.

Como estos raspicuís o no viven del producto de su creatividad –nos libre el Señor- o saben que cualquier babosada que escriban será publicada y cancelada con los billetes de la nación, se lanzan ahora con esa bandera que cuadra a la perfección con la propaganda del socialismo Frankenstein.

La vaina se pondrá para ellos cada vez más fácil: editoriales oficiales, disqueras oficiales, industria del cine oficial, medios de comunicación oficiales, empresas oficiales, salas de espectáculos oficiales… pase usted y si el Maisanta le da la luz verde, bienvenido al reino de lo oficial y párese firrrrr, cada vez que el comandante diga.

Eso, que pudiera ser un detalle no tan apocalíptico en la medida en que la buena literatura y la buena música seguirán transitando por la vía de la empresa privada (buen momento pudiera ser, de paso, para que dejen de ser tan ratas y bajen un poco los precios), en el caso de la inventiva aplicada a la ciencia y a la tecnología resulta terrible.

Mejor dicho: ya la situación de la ciencia y la tecnología es bastante lamentable. ¿O acaso los últimos grandes inventos made in Venezuela no son el socialismo siglo XXI y los adaptógenos? ¿Y qué son estos sino dos tremendos fraudes?

Los reformistas, Escarrá a la cabeza, se hacen los pendejos con una cosa elemental: cualquiera que invierte tiempo, dinero y esfuerzo en el desarrollo de alguna innovación en cualquier campo espera que el éxito le traiga también recompensas. Lo mismo que el empresario invierte para ganar, el que siembra lo hace para vender y el que trae Hummer lo hace para colocarlas entre esta generación aquejada por el rojillo síndrome de la riqueza súbita.

Pero como eso les duele a otros, como la Asamblea Nacional no es precisamente un recinto atestado de lumbreras, como de allí no saldrá jamás una verdadera gran idea, se lanzan con desprecio sobre algo que debería ser poco menos que sagrado: el respeto a la creación.

Es más o menos lo mismo que pienso yo cuando compro un quemaíto de Madonna: qué carajos le puede afectar esto a Madonna si esa caraja acaba de cerrar un negocio por 150 millones de dólares…


* Sí, me fusilé el título, ¿y qué?

miércoles, octubre 10, 2007

YONOFUI - Caudillo Guevara

(Editorial de El País)

10/10/2007

El romanticismo europeo estableció el siniestro prejuicio de que la disposición a entregar la vida por las ideas es digna de admiración y de elogio. Amparados desde entonces en esta convicción, y a lo largo de más de un siglo, grupúsculos de las más variadas disciplinas ideológicas han pretendido dotar al crimen de un sentido trascendente, arrebatados por el espejismo de que la violencia es fecunda, de que inmolar seres humanos en el altar de una causa la hace más auténtica e indiscutible.

En realidad, la disposición a entregar la vida por las ideas esconde un propósito tenebroso: la disposición a arrebatársela a quien no las comparta. Ernesto Guevara, el Che, de cuya muerte en el poblado boliviano de La Higuera se cumplen 40 años, perteneció a esa siniestra saga de héroes trágicos, presente aún en los movimientos terroristas de diverso cuño, desde los nacionalistas a los yihadistas, que pretenden disimular la condición del asesino bajo la del mártir, prolongando el viejo prejuicio heredado del romanticismo.

El hecho de que el Che diera la vida y sacrificara las de muchos no hace mejores sus ideas, que bebían de las fuentes de uno de los grandes sistemas totalitarios. Sus proyectos y sus consignas no han dejado más que un reguero de fracaso y de muerte, tanto en el único sitio donde triunfaron, la Cuba de Castro, como en los lugares en los que no alcanzaron la victoria, desde el Congo de Kabila a la Bolivia de Barrientos. Y todo ello sin contar los muchos países en los que, deseosos de seguir el ejemplo de este mito temerario, miles de jóvenes se lanzaron a la lunática aventura de crear a tiros al "hombre nuevo".

Seducidos por la estrategia del "foquismo", de crear muchos Vietnam, la única aportación contrastable de los insurgentes seguidores de Guevara a la política latinoamericana fue ofrecer nuevas coartadas a las tendencias autoritarias que germinaban en el continente. Gracias a su desafío armado, las dictaduras militares de derechas pudieron presentarse a sí mismas como un mal menor, cuando no como una inexorable necesidad frente a otra dictadura militar simétrica, como la castrista.

Por el contexto en el que apareció, la figura de Ernesto Guevara representó una puesta al día del caudillismo latinoamericano, una suerte de aventurero armado que apuntaba hacia nuevos ideales sociales para el continente, no hacia ideales de liberación colonial, pero a través de los mismos medios que sus predecesores. En las cuatro décadas que han transcurrido desde su muerte, la izquierda latinoamericana y, por supuesto, la europea, se ha desembarazado por completo de sus objetivos y métodos fanáticos. Hasta el punto de que hoy ya sólo conmemoran la fecha de su ejecución en La Higuera los gobernantes que sojuzgan a los cubanos o los que invocan a Simón Bolívar en sus soflamas populistas.

JARTERAONTHEROCKS - Y dale con el whisky, coño

Cuando el Maximus-Optimus-Prime se “enteró” –porque seguro no lo sabía- de que los nativos del país que quiere cambiar se cuentan entre los mayores consumidores de whisky del planeta, decidió que ya era hora de agitar la boina: no más dólares para esa vaina y más impuestos a los frasquitos de escocés.

El Comandante sí que manda de verdad. Se acabaron las peas que se mete su muchachito en el San Ignacio, se acabaron las noches botella tras botella de celebraciones de sus niñas, se jodió el Círculo Militar.

No sólo te dice el Comandante cómo debes pensar, qué debes leer, a quién escuchar, a quién odiar, que debes ver La Hojilla, que no debes ver Globovisión, dónde comprar comida, que debes escuchar en la radio, a quién obedecer, a quién rechazar, cuál de estos es el enemigo, quién el infiltrado; sino que ahora te dice qué es lo que debes tomar cuando tengas ganas de echarte un trago: o ron o nada. O ron o lo pagarás muy caro.

Y la vaina es literal: lo pagaremos caro.

Acabaron con la leche a punta de “reconquistas” de tierras y de bajarle los pantalones a la gente del campo. Y tratan de hacernos creer que la vaina es culpa de los chinos. Debe ser que en los automercados de París, o de Santiago de Chile, o de Buenos Aires, o en el súper de Madrid, o de Berlín, escasea la leche tanto como aquí porque la están llevando toda para Shanghai. A otro con ese mojón.

Ahora van con el whisky. Me arrecha que no exista un sucedáneo, un whisky en polvo, un whisky condensado, una vaina así.

Nos joderemos los cultores del escocés –aunque me alegra que se jodan los que le ponen hielo demás- pero especialmente los pela bolas que no tenemos acceso a dólares sin control ni a proveedurías militares libres de impuestos. Nos irá mal a los pendejos para quienes comprar una botella de 18 años es todo un evento, esos mismos que andamos cazando quién va para Margarita para encargarle un frasquito.

El Comandante como que no se da cuenta: esa es una medida que abre aún más la brecha entre ricos y pobres. Y que en el transcurso de los próximos días, hará engordar los bolsillos de los dueños de licorerías que ya, esta misma noche, estarán remarcando los precios de mi querido viejo Parr y del distinguido señor Walker.

Coño Hugo, ¿cómo vamos a hacer contigo mi llave? Tanto por hacer en este país amenazado por el imperialismo y los desviacionismos y te vienes a ocupar de esta pendejera.

Sigue así, ya veremos cómo te va cuando empiece a escasear este preciado líquido.