martes, enero 16, 2007

QUEALGOQUEDA - Juanita y Los girasoles ciegos

Empecé a leer País de plomo, de la periodista colombiana Juanita León.

Debo decir, con todo el prejuicio del mundo, que no me ha sido dado confiar en esa gente bautizada por sus padres con nombres en diminutivo. Pero ese no es el punto.

Lo empecé y he tenido que vencer al sueño pese a que los relatos recogidos por esta periodista salida de lote son tremendos: terribles y tremendas. Su libro cuenta las historias “paralelas” a las que tuvo acceso durante su consecuente y bien documentada cobertura de los actores armados que hacen vida y reparten muerte en el interminable conflicto colombiano.

Claro, decir “actores” es ser condescendiente: estos tipos, sean guerrilla o paramilitares, a mi entender, no son más que pandillas de malditos delincuentes, asesinos, salvajes, que se amparan en oxidados, baboseados y mancillados “principios” para justificar su persistencia como maleantes de uniforme camuflado que hacen comparsa a ese negocio mil millonario que consiste en producir drogas para llevarlas de un lugar a otro sin importar el reguero de muertos que queden en el camino.

Todo, como es habitual, se reduce a mantener una mera actividad mercantil a costa de los más débiles, a una forma de vida que no tiene vuelta atrás, a una manera de justificar la podredumbre bajo el manto de una pretendida justicia social en la que ni siquiera ellos mismos deben creer al sol de hoy.

Eso es lo que pienso, a diferencia de tanto imbécil que le confiere a la guerrilla un aura justiciera que está bien lejos de la realidad: guerrilleros y paracos son la misma mierda, la misma plaga, la misma basura humana que asesina, pone bombas, siembra minas, viola, castra, mutila familias, secuestra, roba, tortura…

Pero ese tampoco es el punto con el libro.

Juanita, con su maestría de periodismo en Nueva York, su carita de chica bien y sus modales de princesa culta, es una mujer valiente. Eso lo reconozco y lo aplaudo. Se fajó en esos montes, seguro comió frijoles a lo pobre y descargó su cuerpo en algún matorral sin tener a mano papel del suave para asear sus delicadas partes. Juanita se comportó, especulo, como una guerrera. Y se la jugó durante un buen tiempo en una zona en la que hay que tener más que un par de bolas bien puestas para entrarle porque allí no hay respeto por vida alguna.

Pero no le perdono su insípido estilo para narrar historias. Y menos aún después que leo en su introducción que al menos tres o cuatro manos pasaron por sus textos en labores de corrección: coño, nadie, ninguno de esos carajos a quienes les agradece su ayuda para pulir los textos pudo advertirle que: 1) le pusiera algo de corazón a la narración; y 2) que estaba repitiendo palabras y adjetivos como si no existieran suficientes diccionarios de sinónimos.

A mi, no sé a ustedes, eso me jode. Y mucho.

Así que me detuve en la página 130 y busqué otro libro que esperaba en la torre en la que acumulo las lecturas pendientes. Se llama Los girasoles ciegos y su autor, un español, es Alberto Méndez, un licenciado en Filosofía y Letras por la Complutense de Madrid.

No hay comparación entre ambos textos, para ser justos: uno es periodismo y el otro literatura. Pero no me importa.

Mi ejemplar del libro de Méndez es de la decimotercera edición desde que se publicara –Anagrama- por vez primera en enero de 2004. Ese mismo año, por desgracia, murió este autor que pudo haber dado un montón. Su libro recibió, para completar el panorama biográfico, el premio de la crítica y el nacional de narrativa. Y es, como dirían por allá, la hostia…

Los girasoles ciegos también trata un conflicto armado desde el punto de vista de la cotidianidad, pavorosa, de las víctimas de la guerra civil española. Y lo hace, otra diferencia con Juanita, desde el territorio de la ficción, con todas las licencias narrativas que el género permite. Así que no me jodan: ya he dicho que no hay comparación… pero se me antoja hablar de estilos.

El libro del finado Méndez es luminoso. Un extracto de la crítica hecha por Francisco Solano en el diario El País dice:
“Posee la impronta y el delirio de un libro pensado durante toda una vida; cada línea se registra como si fuera la última que se escribe…”.

Y, mira tú, a lo mejor fueron las últimas líneas que escribió el hombre.

No crean que le voy a entrar aquí al libro dándomelas de Rafael Osío –a quien, aprovecho para agradecerle el detalle de tener a demalamadre entre los links recomendados de su blog-, así que a mi vulgar manera se los puedo describir como acojonante. Son cuatro relatos de extensión media, algunos de los cuales se entrecruzan, en los que siempre gana la muerte y la barbarie porque de una manera u otra sus personajes pagan su condición de derrotados, pero en los que alcanzamos a recibir destellos de esas vidas gloriosas o rastreras con las que acabó el franquismo al término de la guerra. Y están escritos con luz, con el corazón volcado al teclado, pero sin apelar –se agradece- a la ramplona cursilería.

No sé si se consigue en las librerías venezolanas, mi ejemplar llegó de Madrid, pero se puede intentar. En cuanto a Juanita, pues lo siento: fue malo para ella, en mi pequeño y mezquino mundo, que yo soltara el suyo para tomar el de Méndez (¿me comprendes, Méndez?). Pero, qué carajo, así de caprichosos somos los lectores, los que no escribimos nada, los que no tenemos obra, los que no aportamos nada.

Me va a costar pasar a la página 131.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

ese es el detalle de quienes pretender escribir y aprovechando las facilidades que existen hoy para publicar (quien no puede publicar hoy? si hasta ediciones por demanda hay), creen que escribir es simplemente sentarle frente al computador y darle duro a las teclas, cuando al final escribir es simplemente desnudar el alma sin importar, incluso, hacer el ridiculo. las palabras escritas con el alma siempre se sienten, asi como cuando se escribe sin alma y es cuando entonces el lector, sin remordimiento alguno, deja un libro al lado. no hay que tener pena: las cosas escritas sin sentimiento, nunca valen la pena.

Anónimo dijo...

No creo que sea un sencillo problema de "alma" o "corazón", a Juanita le deben sobrar ambos si tiene el coraje de escribir un libro sobre el conflicto colombiano metiéndose selva adentro. La dura verdad es que no todo el mundo puede ser un gran escritor, por más "alma" o "corazón" que le ponga a su obra. Yo, particularmente, como lectora le tengo terror a la palabra sentimiento.
Pero a pesar de la escasa imaginación para adjetivar que le achacas a la autora, suena interesante el libro, si pasas de la página 190, nos avisas

Sonny

Anónimo dijo...

este post me sorprendió.

ignoro si juanita tiene adentro una princesa culta que se asoma en sus modales (por cierto, bichodeuña, la referencia al papel en el monte pecó de saturación escatológica) pero sé dos cosas: 1) es una gran reportera, de esas de guapo corazón y 2)no tendrá la pluma de leila guerrero pero es una escritora correcta, de las que usa suficientes sinónimos y coloca el sujeto donde debe ir. No he leído País de plomo pero su libro No somos machos, pero somos muchos (editado hace un par de años más o menos) cuenta, con precisión y sentimiento, historias fáciles de visualizar y de conmover.

quizás esta vez hizo falta el trabajo de editoría. quizás (y repito la palabra adrede, no porque me haga falta un diccionario de sinónimos) juanita es una princesa culta, pero malcriada, que se come con mostaza al que le haga una crítica y no tolera editores que sepan hacer su trabajo. todo es un quizás porque no lo sé, no la conozco y tampoco a nadie que haya trabajado con ella. pero creo, me parece, percibo, opino, sostengo, intuyo (¿suficientes sinónimos?) que al jurado del premio Lettre Ulysses no le molestó tanto la repetición de palabras ni la falta de purismo linguístico. el mismísimo Kapuscinski le entregó el cheque y la placa por haber obtenido el tercer lugar.

dale otra oportunidad: agarra ese libro, ábrelo en la página 131 y lee hasta el punto final. después terminas de contarnos.

Anónimo dijo...

la propia juanita (la conozco) tiene clara su falta de talento narrativo, de destreza estilistica. sin embargo, es en efecto un grandisima reportera: una periodista eficaz. y, periodismo al fin, lo primero que le pedimos (y nos cumple) es competencia en la labor de reporteo y, luego, que ojala y nos cuente la historia con belleza. pero esto, ojo, no es obligatorio. por eso, porque cuenta historias que nadie habia contado, y porque lo hace con ese rigor heredado del buen periodismo gringo, es que se defienden sus textos. sobre todo por eso.

Anónimo dijo...

No joda, pues entonces que se pongan pilas los editores de los textos de Juanita, si es cierto eso que dice Belisario de que ella reconoce que le falta pluma. Bien aprecia Manola: Es una gran reportera (coincide Belisario) y una escritora correcta. Eso es lo que se pide.
Sobre el lugar común que dijo un anónimo por ahí, sobre el sentimiento, quiero acotar que ese es un requisito obligatorio para cualquier profesión que se haga bien: para tocar música, para actuar, para resolver problemas de matemática pura (¿o es que acaso un científico no es apasionado?), para levantar viaductos y claro, para escribir. No jodas, anónimo, si algo no le falta a Juanita es sentimiento. Por mí que siga como hasta ahora. Seguramente tú sí te consideras lleno de sentimiento, anónimo.
Aprovecho para saludarte, De Mala Madre, porque leo todas tus entradas pero nunca había escrito. Al principio me arrechó que alguien se dedicara a joder a todos sin dar su nombre pero ya me acostumbré. Ahora hasta escribo en este puto blog.
El Ingeniero

demalamadre dijo...

Que Juanita sea una gran reportera nunca lo he puesto en duda. Pero no sólo hace falta ser una fiera consiguiendo información. Al menos para este servidor.

Puede ser que en su ejercicio diario de periodismo, con espacio limitado y tal, el lector no resienta su poco ingeniosa pluma. Pero un libro ya debería tener otras aspiraciones, otras propuestas, mejor y mayor cuidado. No quiero ni pensar cómo serían los originales de esas líneas que pasaron por tantas manos.

El libro, no hay ninguna duda: es interesantísimo. Pero, también es verdad, puede llegar a ser aburrido, así que creo que hay que leerlo dosificado. Tampoco sirve para quedarte dormido porque seguro tendrás pesadillas con paracos y el Mono Jojoy.

Si al jurado ese no le molesta el asunto del estilo, pues allá ellos: a mi sí.

Y coincido con El Ingeniero (por cierto, bienvenido a las discusiones de este, su, puto blog) en que los editores deberían ponerse las pilas. O apoyarla para buscar mejores correctores.

En cuanto a la saturación escatológica que le chocó a la doña tacón, sólo puedo decir que esa es una referencia importante. Cuando alguien me plantea un viaje al monte o algún lugar donde no hay techo, cama y poceta, lo pienso mucho y generalmente digo que no. Me parece que Juanita, que seguro "obró" en el monte, también es arrecha por eso. ¿O es que tú, Manola, crees que es muy panza eso de agacharse a pujar a la intemperie en un monte ocupado por las Farc o los paras?

En todo caso, que no haya pánico: no soy de los que sueltan los libros fácilmente, si hasta me leí íntegro ese bodrio de un tal Milton Querales que ganó en la primera entrega del premio Adriano González León... Una cantidad de papel que a lo mejor, en su momento, le hubiera hecho falta a Juanita.

País de plomo, para dejar la discusión, es un buen y notable trabajo a fin de cuentas. Sólo que uno tiene sus manías... pero igual lo seguiré leyendo.

Y cuando puedan busquen Los girasoles ciegos: siempre hay alguien que viene de Madrid.

Anónimo dijo...

Le agradezco su muy puto comentario sobre la muy puta bienvenida que me da a este su muy puto blog, señor De Mala Madre, pero honor a quien honor merece: la idea de que los editores se pongan las pilas la saqué del comentario de Manola a quien usted, tan puto, trata de agredir en cada puto comentario que le dedica. ¿Será que le desagradan las mujeres y sólo se pajea con Zidane y los galácticos? A mí me enseñaron a defender a las mujeres, caguen o no en el monte, y Manola me gusta que jode. Al menos es una tipa cuyos comentarios me gusta leer mucho más que tus putos post.
Le deseo, señor puto, una larga vida a este puto blog.
EL INGENIERO
P.D. Al que no le guste mi fino vocabulario puede lavarse el culo

demalamadre dijo...

Así que el señor Ingeniero es malas pulgas y vulgarísimo... No recuerdo, pese a todas mis malas palabras, haberle insultado. ¿O sí?

En todo caso, le vuelvo a dar la bienvenida a usted y a su vocabulario. Incluso a su rara defensa de gente a la que no conoce. Pero te pregunto, ¿qué tal si la tal Manola no es Manola sino Manolo? ¿Te seguirá gustando que jode? ¿Lo invitarás a ver tu colección de abanicos?

Les deseo lo mejor.

Sobre lo que se escribe aquí y las ideas expuestas puedes comentar lo que te salga del forro. Sobre personalizar insultos, no puedo más que mandarte a la lavarle el culo a la recontraputa madre que te parió por ese mismo orificio.

Por lo demás, siga usted, Ingeniero, opinando con tanta fineza y vehemencia que, por mi parte, no hay problema alguno.

Anónimo dijo...

después de éstas, me retiro.

agradezco al ingeniero su solidaridad automática, aunque creo que vale decir que con amigos así, casi prefiero los enemigos.

al bloguero no le agradezco nada. mucho menos que me ataque, por retruque y respuesta a un tercero.

es una lástima que un blog como éste, que promete, caiga tan bajo.

y, por si lo duda señor bloguero, sí soy muy manola.

demalamadre dijo...

¡Pero bueno Manola! Demasiada hipersensibilidad. A ti nadie te ha atacado, la cosa fue que quedaste en el medio de una amable y civilizada discusión entre este servidor y el tal Ingeniero. Los insultos fueron de un punto a otro. A ti lo único que he hecho es responder a tus comentarios que no están desprovistos de un toque maligno.

Anónimo dijo...

por supuesto que buscamos la belleza! no digo que no, no justifico la carencia de juanita. solo consigno aca lo que se de su trabajo -y rescato su aporte. creo que tiene un gran valor, aunque este seria mayor si su prosa brillara. yo tambien prefiero el dato bien vestido, por eso leo a otros.

Anónimo dijo...

El bloguero que se ofende porque le dicen jeva, la Manola que se ofusca porque la llaman Manolo. Sólo espero que la señora Blahnik no arrugue y se vaya con sus zapatos para otro blog porque sus comentarios son excelentes.

Anónimo dijo...

Manola, mamita rica, aquí el único que duda de ti es el mamaguevo ese. Yo sí pido disculpas como lo mereces tú y todas las reinas de este blog: excúsenme, mamitas, por ser un grosero del coñoelamadre.
EL INGENIERO