jueves, noviembre 30, 2006

BURUNDANGA - Rezongo electoral

- ¿En qué momento la campaña electoral se volvió un concurso de ver quién grita más fuerte? Ahora mismo escucho tantos ruidos que vienen de la calle que ya ni tiene sentido tratar de disfrutar un cd. Un tipo lanza gritos amplificados de atrévete y otro le responde con incontables uh, ah. Cornetas en un coro insufrible. Cohetones. Una ambulancia. O una sirena de quién sabe qué carajos. Pienso en el aviso a cuatro páginas a todo color que puso el gobierno hoy en El Universal y saco cuentas: eso debe suponer como 200 millones de bolívares. Ahí en cuatro páginas que ya deben estar cagadas y meadas de perros y gatos se fueron las casas de la gente que se clavó las manos en esa protesta desesperada pidiendo un techo. Rosales también se viene lanzando un montón de avisos que hacen suponer que hay mucho poder económico detrás. Los dos comandos vaciaron las arcas el último día de campaña: unos las del estado y otros las de privados que hicieron su apuesta. Desesperados por convencer a quienes aún no lo están. ¿Es posible que hoy todavía exista gente que no haya decidido su voto? Nada de eso. La cosa es avasallar, sacar el pecho y demostrar quién es el fuerte aquí. Aturdir.

- De pronto los ruidos se me transforman en algo distinto. Traqueteo de armas que van pasando a manos de civiles. Gritos de militares y jefazos de ministerios adoctrinando, intimidando: ustedes van y votan por el líder, porque vamos a saber a quién le darán el voto. Y cuando los llamemos, en la madrugada, se encasquetan el uniforme, que la patria les exige defender la revolución.

- Intentando olvidar el peo, pienso en Eduardo Rodríguez e Idania Chirinos. ¿Porqué hacen lo que hacen? Se buscan a alguien para entrevistar. Pero son incapaces de formular una pregunta de manera sencilla. Abren con un signo de interrogación y a partir de ahí se van a la deriva: opinan, aleccionan, reflexionan, dan su punto de vista y no terminan de hacer la puta pregunta. El entrevistado se queda mudo esperando a que pongan el signo de cierre. Y en ese segundo de silencio, el otro o la otra, suelta tres o cuatro pendejeras más. Para entonces ya estoy harto: cambio la emisora. No me interesan tus tonterías Idania, ni las tuyas Eduardo, ambos con ese tono de “voz de la conciencia”, de “ciudadanos ejemplares preocupadísimos”. Me interesaba la respuesta. Por favor, para eso no llamen a nadie. Dedíquense mejor al “yo digo y tú dices”. Y listo.

- Marta Colomina es otra. Orienta al cómo debe ser la respuesta o el comentario del entrevistado. Y si no va por el camino que ella quiere, pues le interrumpe, se exaspera y trata de meterlo en el carril. Pero si el interlocutor coge línea y le dice lo que ella quiere oír, entonces es calificado de “excelente analista”. La atropellada Colomina. Aquí se dice lo que yo quiero que digan: hace unos meses me convencía de que no valía la pena votar. Ahora trata de hacer lo contrario con todo y que jura que el fraude está listo. Casi prefiero escuchar a Penzini diciendo “Gatorade”. O “avena cuaiquer”.

- ¿Y Maripili? No me jodas. Creo que ya no tiene el cargo –con esta gente uno nunca sabe- , pero siempre me pregunté qué coño hacía una viceministra, una tipa con cargo público, haciendo la pantomima de que es periodista. Entrevistando a los compañeritos de partido y cobrando cuñas de organismos oficiales para redondearse el sueldo. Qué vaina tan sabrosa es la golilla. ¿Es que acaso el trabajo de viceministra no le quita tiempo?

- Si Rosales se convence de que ganó, va a cobrar. Ganamos y cobramos. Es lo que ha dicho. ¿Y el otro? ¿El tipo va a entregar? Pajaritos preñados. Hoy me citaron a no sé quién: que el árbol de la libertad cada tanto requiere que lo rieguen con sangre. Será.

- Yo ya tengo mi provisión. Mi compra nerviosa: cuatro botellas de whisky. Esas vergas que ahora llaman “two-pack”. No hay mejor compañero que el campaneo. Pero me gustaría aplicarme una dosis de burundanga y regresar a la conciencia el miércoles o el jueves. ¿Cuántos días tardarán en recoger a los muertos? ¿Los habrá? ¿Alguien tendrá las pelotas de decir aquí hubo fraude y me dan mi vaina? Dios quiera y me equivoque.

- ¿Qué será de la vida de Mendoza? ¿Y de Pérez Recao? ¿Y de Carmona? ¿Y del pajúo trisoleado? La puta que los parió…

- Y tú Caldera Infante. Te puedes ir bien largo al carajo con tu bolsa y tu movida de última hora. No se olvida que fuiste un gran jalabolas, que llenaste las paredes de Fogade con afiches de Hugo, que despediste a un montón de gente por haber firmado, que te fuiste a guisar con Acosta Carlez, que eres un arrastrao oportunista. Como decía un amigo: “Hacete dar”.

- ¿Y el anunciado especial con Chávez de Venevisión encadenada con VTV y Telesur? Con Eduardo, el vivaracho de Croes y el comenabo Arreaza. Cisneros no sólo se bajó los pantalones, sino que le gustó dejárselos abajo. ¿Ya no recuerdas cuando saliste de Cuba?

- Un tipo a quien le dicen “cacharro”, con esa cara de beodo y esos ojos saltones, un sapo en flux diciéndote en la madrugada que el 60-40 no era el que tú pensabas, te da arrechera y hasta risa. Un tipo como el psiquiatra, te da sólo arrechera. Pero, ¿Tibisay? ¡Carajo! De sólo imaginar su rostro redondo y cachetón, su voz sin afinación posible, anunciando los números que complazcan a su jefe, ya lo que da es grima. Tibisay, un favorcito mamita, que la mala noticia la de otra persona, no nos eches el vainón de desayunarnos contigo en la pantalla.

- VTV es curioso. En este momento su presidente –un “periodista”- está diciendo que ya los medios de comunicación “no le van a decir al pueblo venezolano por quien votar”. Y lo hace justo después que menearon las nalgas con una cancioncita que dice –justamente- por quien es que hay que votar.

- Y se acabó: voy a servirme un whisky. El domingo, con todo y la esquizofrenia, salgo a votar. Dispensen ustedes la descarga, es que se me acabó el hielo.

martes, noviembre 28, 2006

YONOFUI - Kramer les dijo negros

'Toro salvaje II'
Elvira Lindo 26/11/2006

PARA UNA CIUDAD, Nueva York, que siente verdadera reverencia por sus cómicos, el pasado martes fue un día triste. Aquí el artista que hace reír a una sociedad con tanta necesidad de válvulas de escape es considerado una especie de héroe nacional. Durante años los héroes indiscutibles del humor han sido los protagonistas de la serie Seinfeld, tanto, imagino, como lo fueran los hermanos Marx en los treinta.

De alguna manera los diálogos de Seinfeld son herederos de esa tradición de humor judío, de ese amor por la réplica absurda y rápida, en muchas ocasiones improvisada, que llenó de risas los teatros del Lower East Side y que hizo más llevaderas las amarguras del exilio. Si los hermanos Marx fueron Chico, Groucho, Harpo y Zeppo, nuestros héroes contemporáneos han sido Elaine, Seinfeld, George y Kramer. Cuatro amigos diletantes, con poco oficio y poco beneficio, que se pasan la vida en el diner de la esquina compartiendo sus manías y sus sueños.

Quién me iba a decir a mí que iba a vivir enfrente de la acera más fotografiada por los adoradores de Seinfeld, la esquina del Tom's Restaurant, ese deli barato donde se reúnen a tomar ensalada y sándwiches de pastrami los cuatro amigos. Siempre hay algún turista americano haciéndose la obligada foto bajo el luminoso. Dentro del deli, un retrato de Kramer, el personaje locario de la serie, preside la comida diaria de los clientes habituales. Si estos cuatro actores son popularísimos en todo Estados Unidos, aquí en Nueva York se les considera la quintaesencia de la parodia del neoyorquino: maniático, rudo, impaciente, divertido y dispuesto a tomar por paletos a todos aquellos que vivan fuera de la isla de Manhattan. Algo de eso contaban las viejas películas de Woody Allen.

La serie terminó hace años, pero gracias a las reposiciones la popularidad no ha bajado, y cada noche, a las once, nos sentamos frente a la tele a recibir nuestra comunión diaria. Seinfeld siempre es socorrido si quieres hablar con un extraño: mucha gente se sabe diálogos de memoria y es como recurrir a un chiste que a todo el mundo hace gracia. Más complicado ha sido, como era de esperar, el futuro de los actores. Les ha ocurrido aquello que aterroriza a tantos cómicos: son tan queridos por sus personajes de ficción que el público no les quiere haciendo otra cosa. El único que logró escapar del encasillamiento fue el propio Seinfeld, que llena teatros con sus monólogos.

Pero el pasado martes ocurrió algo que dio un giro dramático a esta historia, convirtiéndola en uno de esos argumentos que alimentan la literatura y el cine americanos: el éxito y la caída. Kramer, el payaso, el que tenía el arte del gag mímico que funciona desde el hombre de Atapuerca y que te arranca la risa más infantil, ha pasado los 20 últimos años tratando infructuosamente de ser conocido por su verdadero nombre, Michael Richards, pero el público se lo ha negado. La semana pasada Richards se encontraba en un club de Los Ángeles haciendo un monólogo cómico. El género del stand up es duro, hay que tener una pasta especial para aguantar a un público a veces grosero, no siempre dispuesto a prestarte atención. Hay también una especie de tradición espantosa, la de los hecklers, alborotadores que van a chafar la actuación.

Kramer, probablemente algo borracho, vencido, desesperado por hacerse oír, increpó a un grupo que había entre el público. Eran negros. El actor estaba tan fuera de sí que empezó a gritarles pronunciando la palabra prohibida, la palabra que puede costarte la expulsión de la vida social, esa que los norteamericanos nombran con una N. Nigger, negro, palabra para nosotros no ofensiva pero que aquí retrotrae a quien la pronuncia a los tiempos más vergonzosos de la historia del país. Las palabras del viejo cómico fueron éstas: "¿Qué pasa, negros? Os habéis pasado todo el tiempo hablando y hablando, negros. Por menos de esto hace 50 años os hubieran colgado boca abajo y os hubieran metido un tenedor por el culo. ¿Qué, os escandalizáis, os sorprende lo que tenía por dentro? ¿Es que ya no se puede llamar a un black por su nombre, nigger?".

Alguien gritaba desde el público: "¡Esto es inadmisible! Cállate, fracasado, desde que terminaste Seinfeld no has hecho nada, ni en las películas ni en la tele".
Como era de esperar, toda la escena fue grabada desde un teléfono móvil y colgada en YouTube. Ahí la podemos encontrar si pinchamos Kramerracista, y asistir al momento en que un cómico se busca la ruina. De ahí saltó a las primeras páginas de los periódicos. El adorado Kramer veía por primera vez escrito su nombre, Michael Richards, en la primera página de The New York Times, de The Washington Post, de The New York Sun.

Su amigo Seinfeld, leal a su compañero, convenció a la estrella de la televisión David Letterman para que le dejara aparecer la noche del martes pidiendo perdón. Apareció. Pálido, vestido de negro como si estuviera anticipando su propia muerte, tratando de justificar lo que para su público es injustificable.

Los críticos han sido brutales: no habrá segunda oportunidad para el actor. ¿Quién va a querer contratarle? ¿A quién va a hacer gracia? Está muerto. Fue como mentarle en Alemania a un judío la cámara de gas. No hay disculpa posible, pero sí debe haber reflexión: ¿Qué tenía en el corazón un hombre que hasta el momento había representado para el público la bondad, el humor casi infantil? Muchas razones cruzan nuestra mente: el miedo al fracaso terrible que amenaza constantemente la vida de la gente aquí, la insoportable represión bajo la que actúan a diario, que les amordaza la lengua, pero no el pensamiento. Y algo peor: la tragedia del cómico que hizo reír y ya no lo consigue. Mal final para una vida, es como si a Harpo le hubieran pillado abusando de una niña; buen final para Scorsese: un nuevo Toro salvaje. Igual de triste.

(tomado del diario El País, sin permiso y sin que me importe)

lunes, noviembre 27, 2006

BELISARIO - la alharaca del perdedor

(Se estrena aquí, asoma su hocico, mañoso y rabioso, un invitado de honor: belisario. Así, a punta de minúsculas y poniendo la puntuación como le da la gana)


sí, bien, está bueno eso de que un escritor venezolano, por fin, consiga un triunfo internacional. por supuesto, nos complace que la literatura local concrete medallas que, ojalá, puedan servir para dejar quieto el lejano triunfo de "país portatil". sí, claro, los entiendo: es difícil no celebrar un premio herralde cuando llevabamos años sin ganar siquiera algo parecido al ronda. todo eso es comprensible y ético. pero, señores, por favor: un poco de mesura!

desde que nos enteramos del veredicto, desde que alberto barrera se alzó con el premio de anagrama con su novela "la enfermedad", los medios, los periodistas de cultura, los escritores de siempre, los poetas de feriados, congresos y bienales no han parado de masturbarse con este éxito inesperado. han llegado, como oscar marcano, al extremo de empezar sus notas hablando de "todo un país lleno de júbilo". marcano, compañero, se te ha ocurrido pensar que tus lealtades y gustos no tienen por que ser unánimes?

es una especie de "sindrome vidal": la fanfarria desmesurada de quien nunca, casi nunca, sale airoso en los certamenes. con el difunto rafael, con su medallita conquistada en los ángeles, tuvimos material suficiente para solazarnos durante veinte años: un venezolano, medallista olímpico! por eso andan todos como locos, sonrisa perenne, abrazándose en los cafés como si la vinotinto hubiese ganado el mundial (tiemblo de pensar cuál sería la reacción si esto ocurriera).

pero, la verdad, para mi es evidente que esta reacción exagerada no es más que el lamentable síntoma de nuestra derrota histórica: jamas ganamos. y cuando por fin pegamos una, ¡una!, es cuando todos corren a bailar la fiesta y a pintarse la cara para celebrar. es parte de esa enfermedad que nos lleva a hacer caravanas cuando gana brasil: porque nos faltan victorias es que gritamos las ajenas.
belisario

viernes, noviembre 24, 2006

TUMBARRANCHO - Periódico de hoy

Voy pasando el periódico y hay unas cuantas cosas dignas de recoger y comentar:

1)"Ramírez dispuesto a ampliar convenio con Cuba": Ah, carajo. ¿A quién le sorprende eso? Al principio era un trueque de esclavos cubanos especializados en tal o cual cosa (incluyendo ballet) por petróleo. Pero ahora resulta que hasta plata le debemos al moribundo Fidel y el ministro, claro, dice que está dipuesto a darle todo a Cuba y darle y darle hasta que se le ponga rojo, rojito.

2)"Entrada a cena pro fondos del MVR cuesta Bs 1 millón": A ver quién es el que se atreve a no aflojar su milloncito...

3)El poema de Ramón Palomares (en un aviso):
"PDVSA es del pueblo,
PDVSA son sus vigas, sus horcones,
sus basamentos
¡Por Dios!
no dejemos que la destruyan,
la poesía está con ella

Eso, se lee ahí, es la campaña "Pdvsa según los creadores". Y si este vate es capaz de escribir tal cosa sobre la petrolera, no quiero ni imaginar sus exaltados delirios acerca del héroe de Sabaneta, sus cantos al socialismo del Siglo XXI, sus versos a la morrocoya, a los ojitos de Diosdado, a la belleza de la hembra socialista... No me jodas Palomares. Y lo peor es que en estos días veremos más "creadores" asegurándose el futuro... ¿Cuánto apuestan a que Fruto Vivas se anota en esa?

4) "Chavez inauguró 10% del Complejo azucarero en Barinas": Coño, del Metro de Valencia que no camina a esto, el líder ha alcanzado su más alta cota de sirvenguenzura. Con la plata que quedó de los millones que se chuparon como caña ahí en Barinas, apenas pudieron completar 10%. Buena esa Hugo: así podrás hacer otras 9 inauguraciones.

5) "Compran dos aeronaves VIP para Chávez": Más nada papá: las nalgas del líder deben ir cómodas y mullidas cueste lo que cueste. Y jamás deberá padecer la cola de la maldita trocha, el espanto de la Regional del Centro, las trancas que hace la gente pidiendo casa en la principal de Las Mercedes, las protestas de la Urdaneta, las guevonadas de Leopoldo López los domingos trancando la Francisco de Miranda, que le roben el Rolex subiendo de La Guaira...

6) El aviso de "Periodistas por la Verdad": Como ese de hoy a página completa en El Universal y a color y página entera en El Nacional, ya he visto un montón de variantes. No sé, pero los periodistas que yo conozco se la pasan en una sola peladera de bolas, se quejan de sueldos miserables, de tigres que les pagan cuando al patrón le da la gana, de propuestas de aumento francamente ridículas... ¿De dónde sacan plata estos carajos para pagar una campaña sostenida en los principales diarios? Una página en El Universal, para hacernos una idea, puede costar entre casi 21 millones y 55 millones. ¿Cuál será la verdad de estos "periodistas"? ¿Cuál será el secreto de semejante bonanza? ¿Tiene necesidad el gobierno de que estos "periodistas" empeñen sus relojes, vendan sus carros, hipotequen sus apartamentos para hacer la vaquita y regalarle 20, 30 millones a los golpistas de El Universal y El Nacional?

7) El aviso de "Misión sonrisa": Nada mal. Tanto que los desalmados de la oposición se han burlado de los chavistas desdentados y ahora, 8 años más tarde, el gobierno se hace cargo: unos compran su Audi, otros van de shopping a Nueva York y por fin se dignan a ocuparse de los dientes del pueblo messssmo.

8) "Prohibición de salida a naturalizados viola derechos humanos": Pero bueno, dejen el peo, en enero ya tendrán sus pasaportes. ¿O ustedes creían que los íbamos a nacionalizar y en diciembre agarraban viaje a sus países sin retribuir con su voto el "gesto" que tuvo la revolución cuando los convirtió en venezolanos?

9) "Fito Páez: Joaquín Sabina es un mentiroso profesional": Y una ladilla también... y tú, Fito, estás a punto de convertirte en otra.

10) "U2 alimenta su propia leyenda con 18 sencillos para el debate": ¿Otro disco de éxitos? ¿Cuántos nuevos éxitos se pueden tener entre un recopilatorio y un disco de estudio? Si no tienen nada nuevo que mostrar, quédense tranquilos, dejen la estafa.

jueves, noviembre 23, 2006

JARTERAELECTORAL – Luis Vicente llevando carajazos

Está bien: el tipo tiene la voz chillona, es bastante feo y te dice justo lo que no quieres oír. Esas razones justifican que te moleste.

A los idiotas que se comen el cuento del neo-socialismo, no les gusta cuando les señala que la mayoría de la población no quiere pasar trabajo ni hacer cola para conseguir papel tualé como en Cuba. Y a los que viven tratando de ver cómo tumbar al rrrégimen sin arriesgar el pellejo y a punta de habladera de pendejadas y de conspiraciones por correo electrónico, pues tampoco les causa gracia que Luis Vicente León les diga con su tonito que la situación no está como la pintan la Colomina, ni el extraviado Carlos Blanco, ni mucho menos el gordito de la fantasmal encuestadora Ceca.

Así que como si ya no tuviera el físico lo suficientemente aporreado, al pobre Luis Vicente le quieren dar hasta con el tobo y especialmente desde el lado del antichavismo. Y hasta hay tarados como Kico: un día pide por escrito a los rabiosos foristas de Noticiero Digital que por favor tengan mayor nivel de tolerancia y de respeto por quien no se ubica en los extremos, y al otro día anda por radio diciendo que Luis Vicente no es más que un “vendío”.

Si Luis Vicente come o no come de la mano del gobierno es algo que, obviamente, no puedo señalar con certeza. Si lo hace, pues el coñoesumadre. Eso lo sabrá él, tanto como lo saben los cientos de “anti” que encontraron bien rápido el atajo desde una marcha con bandera negra, hasta el entusiasmo de un par de buenos contratos a dedo.

De lo que sí pudiera estar un poco más seguro es de lo que he leído y escuchado: ni en sus artículos ni en sus declaraciones Luis Vicente queda, a mi entender, como cuadrado con el gobierno. Diría que la cosa es al revés, que es un tipo que pese a que trata, no puede ocultar su desagrado por el comandante o, para ser más precisos, por lo que quiere hacer el comandante en Venezuela. Ahora, que no por eso ande pregonando que Chávez está “técnicamente caído” (¿les suena ese mojoncito mental?), es otra cosa. Pero el antichavismo furibundo actúa igual que los de la acera de al frente.

¿Son realistas los números de Datanálisis? Diría que sí, considerando además, una cosa que parece haberse olvidado: hace apenas poquísimos meses que tuvimos consenso con Manuel Rosales y se perdió un valioso tiempo para hacer trabajo político soñando con que militarcitos de plaza sin mando y sin tropa –primero- y militarcitos de cuartel y guiso sin el más mínimo sentido de la dignidad –ahora-, hicieran el favor de patearle el culo a Hugo Rafael.

¿Son realistas las mediciones que dan 6 puntos de diferencia? También pueden serlo, considerando la buena campaña de Rosales y la chambonería de este gobierno que parece cultivar inútiles sólo aptos para el pillaje y la propaganda.

¿Es posible prever el resultado de las elecciones? Pienso que parte del trabajo político que mencioné unas líneas atrás es ir a votar para demostrar que existe una oposición democrática a la que Hugo y sus cubanitos tendrán que tomar en cuenta. En cuanto a Rosales, ojalá me equivoque, pero no creo que logre ser presidente aunque Hugo pierda las elecciones. Pero no me crean a mi, así que vayan –yo lo haré- y voten.

Un amigo me contó una cosa ciertamente terrible de Luis Vicente. Y esa sí la creo y se lo critico: dice que las oficinas de Datanálisis acumulan la mayor cantidad de mujeres feas –con pocas excepciones- por metro cuadrado que haya visto. Coño, Luis, eso sí que es imperdonable: Atrévete, ¡convoca un casting urgente!

lunes, noviembre 20, 2006

TODOBICHODEUÑA – El Quijote: sendo loco

Como tantos otros ignorantes de los clásicos, durante mucho tiempo mantuve esa imagen de lo “quijotesco”. Aquello de que fulano era “un Quijote”, tan usado y abusado como pretendido sinónimo de idealismo, rectitud y empeño por hacer realidad un sueño luchando contra todo y en las peores condiciones de adversidad.

Y entonces llegó el comandante y mandó a leer…

Con la fiebre del IV Centenario de la publicación de Don Quijote de La Mancha compré esa magnífica edición de la Real Academia Española prologada por don Mario Vargas Llosa, excelso escribidor y enemigo ideológico de esta revolución que replicó regalando ejemplares de otro tiraje prologado por otro grande –de esos que aún celebran a tiranos y tiranuelos siempre y cuando digan ser de izquierda- apellidado, como vosotros todos sabeis, Saramago.

La idea del comandante me pareció acertada. Y me sumo al idealismo: carajo, ¿el mundo podría ser distinto si todos leyéramos Don Quijote? Necesario es vencer…

Por esos días algunos diputados y diputadas, algunos funcionarios y funcionarias, requeridos de un comentario a propósito de los libros obsequiados por el gobierno, señalaron que cómo no, que claro, que iban a aprovechar el momento para “releer” la magna obra de Miguel de Cervantes. Dijeron eso: releer. Yo mastiqué mi chicle, me torcí la gorra, me toqué el testículo a la siniestra y dije: Yeah, right!

Hay edades para entrarle a determinados libros. Y aquellos a los que uno abordó a destiempo tarde o temprano se nos revelarán en su entera dimensión. O en alguna, al menos, que nos enganche el alma. Creo que mi encuentro con el Quijote llegó en el momento justo y le estaré agradecido siempre al comandante por ese empeño que le dio con este libro imprescindible.

No pretendo aquí ni siquiera aproximar comentario crítico alguno acerca de algo tan grande. Para eso, lean a Vargas Llosa o a Saramago.

Lo que sí puedo afirmar sin temor a que los “cervantianos” me arrojen al fuego –si es que hay alguno perdiendo su tiempo en este blog- es que el Cervantes era una gran jodedor y Alonso Quijano era tremendo loco irresponsable. O yo no entendí nada, que también es otra posibilidad.

La lectura de ese castellano antiguo es música, una delicia rítmica que expande los pobres registros que uno atesora del idioma. Pero no por eso deja de ser uno de los textos más divertidos y estrafalarios que hayan pasado por estas toscas manos que Dios me dio y que no sirven para tocar el piano. Es así: don Miguelacho se inventó cada vaina más delirante que la otra y con tan buen humor –pese a lo duro que le golpeó la vida en más de una ocasión- que hoy, a cuatrocientos y pico de años de su publicación, éste pobre lectorcillo que está aquí todavía se ríe a carcajadas con su libro.

Pero fuera de las páginas, una de las cosas más singulares es la de esos que se equiparan al Quijote como arropándose con el manto de la virtud. Alonso Quijano era un hidalgo viniéndose a menos a quien le dio por andar jodiendo por la vida a cuenta de un mundo de fantasía: ni rescató a damiselas, ni hizo justicia, ni liberó a los oprimidos, ni mató a dragones ni a malhechores.

Todo lo contrario.

Alonso Quijano repartió golpes a quién no debía –aunque llevó más de los que pudo acertar-, hizo más entuertos que los que le tocaba “desfacer”, liberó a supuestos encantados que eran más bien tremendos choros de la época, suspiraba de amor por una mujer que además de fea ni bolas le paraba; se hizo acompañar por un tipo torpe, mal educado y avaricioso a quién sólo movía el interés por el dinero y el poder, y hasta a ese lo estafó con promesas jamás cumplidas. A su paso, lo que generalmente logró nuestro atarantado hidalgo fue causar problemas, enredarlo todo, perjudicar a gente inocente, violar las leyes y encima, fue objeto de burla de quienes supieron sacar partido de su locura. Y todo porque en su mente el mundo era distinto, era el de unos viejos libros que hablaban de cosas imposibles, de asuntos irreales, de hombres idealizados, de batallas de fantasía.

Y pensar que mi teniente coronel se cree que es un Quijote…

YONOFUI - Contra Carlos Fuentes

Esta es otra larga cita. Tomada de la edición de noviembre de la revista Letras Libres, es una crítica demoledora y coñoemadre del libro más reciente del mexicano Carlos Fuentes. En este texto, Rafael Lemus clava sus uñas sucias y se da gusto en la sangre del escritor. Yo, modestamente, sólo puedo decir que algún bajón había notado en los últimos libros de Fuentes. Y más en los cuentos de Inquieta compañía que son, francamente, decepcionantes. Pero el cuate Lemus se va de palo. No coincido con muchas de las cosas que dice aquí -con casi ninguna, en realidad-, pero como las dice de una manera tan sabrosa e inteligente, tan hijo de la chingada, las comparto con esos pocos que vencieron el temor a los virus y a los spam y se dignaron a entrar en este espacio.



Todas la familias felices, de Carlos Fuentes

por Rafael Lemus


Notaba Adorno una rara metamorfosis. Al despertar una mañana, tras un sueño intranquilo, algunos autores se encontraban convertidos en monstruos. Alguna vez apacibles, la vejez los había vuelto furiosos, amargos. Sus obras, antes más o menos serenas, se encendían de nuevo sólo con el fin de apagar el mundo. Pensaba Adorno en Beethoven. Podemos sumar otros nombres a la lista pero no, definitivamente, el de Carlos Fuentes. Atravesados los setenta años, Fuentes no se transforma ni adquiere un vigor otro. Por el contrario: es el mismo aunque cascado. No es un secreto que su obra marcha, de unos años para acá, en picada. Tampoco es una sorpresa su cansancio. Todo él luce exhausto: su prosa atestada de frases hechas, sus descosidas metáforas, su acartonada imagen del México contemporáneo. Sobre todo eso: México parece ya fatigarlo y sin embargo se obstina en continuar retratándolo. México y Fuentes: no los une el amor sino el cansancio.

Todas las familias felices es el testamento literario de Carlos Fuentes. Lo mismo puede decirse de sus últimas obras: parodia y reciclaje. A cada oportunidad Fuentes se vuelve sobre sus temas y recursos ya clásicos y, en un afán de resumirlos, los caricaturiza. Aquí, en su obra más reciente, despunta un Fuentes atrozmente tópico. Son dieciséis los relatos que componen este tomo y dieciséis las decepciones. Nada sorprende y nada abruma. Aunque son cuentos pretendidamente intimistas, es el mismo Fuentes de siempre, agresivo y un tanto tosco. Es, también, el último Fuentes, incapaz de recrear el México presente. Sobra decir que se empeña. Estos relatos, ubicados aquí y hoy, están atravesados por los lugares comunes de la época: el internet, los reality shows, los gobiernos no priistas. Se rinden, además, ante la sensibilidad contemporánea al adoptar vanamente una forma fragmentaria. Se esfuerzan y fracasan. Así se disfracen de postmod y miren el presente, tienen algo de anacrónicos. No es un asunto de temas y guiños. Es un problema metodológico. La manera en que Fuentes encara la realidad ya sólo produce cadáveres.

No puede recrear el México contemporáneo porque, acaso, nunca ha recreado certeramente a México. Aunque su ambición es novelizar al país, su resultado ha sido otro: una vacilante indagación sobre lo mexicano. Entre la historia y una presunta esencia nacional, su imaginación se ha inclinado, a veces veladamente, por este último fantasma. Su obra toda está atestada de figuras arquetípicas e imágenes congeladas. Incluso cuando acude a la historia es ahistórico: no mira los hechos como hechos sino como síntomas de otra realidad, soterrada, mítica. Un político priista es autoritario porque bajo Palacio Nacional persiste la pirámide, y Zapata es Zapata no por ser un hombre sino la eterna, fija voz de la tierra. No digamos nada sobre el aliento fascista de las esencias. Digamos que, en las letras mexicanas, la imposible búsqueda de una esencia nacional provocó una notable tradición ensayística. Piénsese en Samuel Ramos, en Octavio Paz, en Jorge Portilla. Piénsese, bamboleantemente, en Carlos Fuentes. Allá, sólidas e improbables conjeturas; aquí, novelas disparejas. En aquellos, suposiciones sobre una materia dudosa; en éste, el fallido afán de retratar algo que, en realidad, no existe. Ocurre, además, otra cosa: mientras más pasa la historia, más envejecen los arquetipos de Fuentes. Incluso en Paz la imaginería prehispánica es ya puro folclor. La diferencia: vencidas esas imágenes, descuella el Paz liberal, histórico y lúcido, mientras que ningún Fuentes parece sobrevivir a las ruinas. ¿Qué queda de Fuentes? Para algunos, sus obras fantásticas. Para mí, la necedad, esta certeza: porque sólo puedo retratar a México de una manera, insisto en que México es siempre el mismo.

Incluso las virtudes de Fuentes se oponen a la comprensión del México más reciente. Su poderío narrativo, por ejemplo. Una y otra vez se ha encomiado, no sin razón, su rara intensidad literaria. Para justificar su desaliño y la pesadez de sus personajes se ha dicho: Fuentes es pura fuerza, su brío justifica toda pifia. Se dice esto como si Flaubert dijera de Balzac: los maestros no son estilistas, erigen montañas de las que ya brotarán después, esculpidas por otros autores, pulcras figuritas. Fuentes no es Balzac. De su montón narrativo no se desprenderá la literatura mexicana del futuro. Es verdad que muchas de sus páginas poseen una intensidad poco frecuente en nuestras letras, pero también es cierto que tanto ardor es, con frecuencia, un estorbo. Porque es profundo e intenso, Fuentes no es capaz de recrear la superficie ni todos aquellos eventos que ocupan “las mil y mil minúsculas e insaciables celdillas del tiempo” (José de la Colina). Porque todo es impetuoso, sus personajes son, casi por fuerza, figuras públicas y, obligadamente, estereotipos. Porque él es Carlos Fuentes, ni siquiera la vida cotidiana es sólo eso en sus libros: es la manifestación de algo mayor, otra máscara de su ya masiva puesta en escena. Entre tanta intensidad todo adquiere, previsiblemente, un tono grotesco. Aquí, en este tomo, no hay nada que no esté sobrado: los diálogos son pretenciosos; los gestos, desmesurados; los hechos, melodramáticos. Aun los escenarios son histriónicos: para referir el despertar sexual de una adolescente se ubica la historia al pie de un volcán. Tanta tinta pudo haber servido para describir una revolución o la implosión del sistema político mexicano. No funciona para relatar cierta normalidad democrática ni los bostezos del infame México que vivimos. Es el suyo un México épico y, por lo mismo, doblemente inhabitable.

Que Fuentes no es Balzac es ya cosa clara. Tampoco es, como se ha insistido, un alumno aventajado de Diego Rivera. Antes que en la pintura, Fuentes hace pensar en la fotografía. Su desbordado cauce lingüístico apenas si oculta que, debajo de la palabrería, yacen múltiples imágenes fijas. Ante todo, una semejanza entre la fotografía y la obra de Fuentes: su naturaleza ahistórica. Ya ha explicado Susan Sontag que la fotografía es un objeto abúlico: no nos ayuda a comprender la realidad pues ésta es histórica y la foto, atemporal. Lo mismo puede decirse de la narrativa de Fuentes: transcurre la prosa pero no las imágenes. Libro a libro, persisten inmóviles sus motivos, como si el país también permaneciera estático en una postal. Desde La región más transparente hasta el último de sus artículos, una reiterada familia de tipos: el político corrupto, el adolescente enfebrecido, el país idéntico a sí mismo. Eso y una certeza atemporal: un político es todos los políticos; un adolescente, todos los adolescentes; nada pasa y nada cambia. Al acumular tópicos la obra de Fuentes nos empuja, como la fotografía, a un sinsentido: no a comprender el país sino a coleccionarlo. ¡México para recortar y pegar en un álbum!

Toda fotografía está exenta de experiencia. Es el rastro de un evento, no el evento mismo. Es, como quiere Sontag, un objeto vacío, sin sentido propio, referido siempre a otra cosa. Experiencia, eso falta a los 16 relatos de Todas las familias felices. Experiencia, de eso parecería estar desprovista buena parte de la obra de Fuentes. Como se ha apuntado, hay cierto teatro en toda ella, un algo casi operístico. Fuentes es un actor consumado y, antes que narrar la experiencia, la representa amaneradamente en el escenario de su improbable México. Los gestos, por ejemplo. La prosa de Fuentes parecería gesticular exageradamente (esos énfasis innecesarios) y se detiene, también sin mesura, en los gestos de sus personajes. Los relatos de este libro sólo moderan su flujo verbal para regodearse con los guiños de un padre de familia, con la sonrisa de un homosexual, con la mano de un ficticio Presidente de México. El problema: están los gestos pero no la experiencia que les dio origen. Hay afectación, no una impresión más o menos directa de la vida. Pasa que la obra de Fuentes rara vez nace de una experiencia. No brota, como aquella novela de Faulkner, del atisbo de unas bragas infantiles; surge más premeditadamente: de la intención de expresar una tesis. Por lo mismo, los personajes estereotipados, los diálogos didácticos, el país sin apenas sustancia. Por lo mismo, la experiencia deslavada, casi ausente. Ésta, su mezcla ya característica: una estructura dramática demasiado pensada y una prosa demasiado inconsciente. Un Fuentes contra sí mismo: sistemático aquí, anárquico por el otro lado.

La fotografía es un arte reaccionario. Ninguna otra disciplina sobrevalora tanto el pasado como ella. Para congelar un instante del tiempo es para lo que el fotógrafo dispara su cámara. Pasado, no historia: la fotografía no construye un discurso sobre el ayer ni explica su “funcionamiento”. Conserva momentos y llama, por lo mismo, a la nostalgia. Casi lo mismo ocurre con las últimas obras de Fuentes: desde Los años con Laura Díaz, están atestadas de lamentos y añoranza. Todas las familias felices es un libro resueltamente nostálgico. Son varios los ancianos que atraviesan estos relatos y todos, más que padecer el presente, extrañan el pasado. Son numerosas, además, las referencias al Hollywood clásico y las evocaciones de la vieja ciudad de México. Si alguno, el ritmo de la obra es el bolero, también melancólico. Podría decirse que la nostalgia es una seña de honestidad: al fin vencido, resignado a no comprender el México de hoy, Fuentes extraña el de ayer. Hay otro motivo, sin embargo: es tanta la nostalgia porque Fuentes desea que comprendamos sentimentalmente la historia. Así lo ha hecho él en parte de su obra. Incapaz de urdir un trabajo que imite el paso del tiempo, ha extremado el melodrama. En algún momento sus emociones extremas lo arrojaron a la escatología (Cristóbal Nonato, por ejemplo). Ahora, extrañando el México que antes criticó, se resguarda en la nostalgia.

Una foto, cualquiera, gana valor con el tiempo. ¿Pasará lo mismo con el trabajo de Fuentes? Mucho me temo que será de otro modo. Su obra, demasiado atada a él mismo, difícilmente ganará peso cuando su autor desaparezca. Cuesta creer, por ejemplo, que alguien lo leerá en el futuro como Marx leyó a Balzac: para aprender historia. No será así porque Fuentes, a pesar de su necedad, no fue un historiador fiable ni un luminoso costumbrista. Dotado de un inusitado poder narrativo, careció de recursos para referir lo pequeño y temporal, para escribir la historia. Están ahí, en su obra, los tipos y las instituciones del país, pero no su experiencia. Los cuerpos, pero no aquello que pasa entre un cuerpo y otro. La intención, pero no siempre el soplo de la literatura. Permanecerá, sospecho, a la manera de otros autores: como una muestra, acaso intensa, de dos curiosidades ya en caída: México y la novela.

Quisiera equivocarme. No es fácil escribir estas líneas. Como muchos, crecí leyendo a Fuentes. Como unos pocos, encontré en su obra una de esas epifanías que nos atan de por vida a una vocación. Ahora, como cualquiera, sencilla, crasamente traiciono. ~

lunes, noviembre 13, 2006

TODOBICHODEUÑA - La vieja coleona

Toda vieja es una coleona en potencia. Algunas lo disimulan, otras hacen alarde. Pero no dejan pasar la oportunidad cuando la tienen al frente.

La vieja coleona se hace la pobrecita, la sufrida, la tan cargada de años, la achacosa. Va y se te mete por delante, después que llevas tanto rato haciendo fila. Tú, que no estás como para que te estén jodiendo de esa manera pero que aprendiste a respetar a tus mayores, te limitas a ponerle mala cara y a mirarla fijo. Ella, claro, trata de ignorarte, pero de pronto no le queda otra que enterarse de tu indignación. Y te mira.

Aquí las reacciones varían. Está la vieja que te mira y ya. Sigue en lo suyo como si no hubiera hecho nada malo. Está la que simula sorpresa y dice tratando de ser simpática: ¡ay, como que me colié! Es que no me di cuenta mijo, ya sabes, con la edad... También hay de esas que en el momento en que se encuentran sorprendidas en su mala fe, pretenden convertirse en tu abuela y te agarran del brazo y todo. Y están las que quieren hacerte creer que están ofendidas por tu falta de gentileza y se hacen a un lado –sólo a un lado, no es que se van al final de la fila- para dejarte pasar a ti, mal educado, poco caballero y desconsiderado con las viejitas.

En ese momento sientes que el odio de los demás gira hacia ti. Y comprendes la diabólica estrategia de la anciana justo cuando ya caíste en la trampa: reprimes el paso, haces un ademán cortés con el brazo y le dices, “doñita, por favor, pase usted, no se preocupe”. Y te quedas ahí como un pendejo al que se le acaban de colear.

Esas, pese al bochorno, no son las peores. Las peores son esas doñas entradoras, que vienen acompañadas de un viejito más débil o menos mandón que ellas (que es más o menos lo mismo): el viejito le señala dónde es que comienza la cola, pero ella –arpía añejada de canas tirando a morado- se lanza de una vez a lo que vino: a colearse.

Fulmina al marido con los ojos y se coloca en posición. El viejito, pobre, se repliega. Trata de que no lo vean. Se arrincona. Está consciente, desde hace muchos años, de que si hay problemas, tendrá que intervenir. Sacar fuerzas y plantar el pecho. Es decir, si hay coñazos y mentadas de madre, él –como siempre- llevará la peor parte porque nadie le pega a una vieja. O al menos no en público. Y eso lo sabe la imbatible vieja coleona.

jueves, noviembre 09, 2006

HASTALASPELOTAS - Ronaldo y el ministro petrolero

Así que siete meses y el gordito nada, ni un miserable gol. Leo eso en el periódico y me parece peor que el discurso “rojo, rojito” del ministro petrolero. Me explico: de Ronaldo lo que se espera son goles, fiesta, balones reventando porterías. Y del ministro pajarote –y en general de todo alto funcionario- se espera eso: que se guinde del escroto del gran jefe y proclame a los cuatro vientos que todos deben hacer lo mismo por amor. Es tan simple.

Pero si el ministro cumple, Ronaldo no. Pasado de peso, lento, apendejeado y llorón, hasta se parece al ministro. Pero lo dicho: el ministro cumple y Ronaldo no. Aunque para no ser tan duro con el Ronnie, ciertamente el ministro la tiene más fácil que él: ya quisiera ver que al “minis” le cayeran a patadas entre dos o tres cada vez que trate de echar una de esas jaladas de bola descomunales… otro gallo cantaría.

Claro que la gente quiere a Ronaldo. No sé si en eso el “minis” se le asemeje. En todo caso, parece que al gordito lo quiere, al menos, gente valiosa: su compañero del Real Madrid Iván Helguera, por ejemplo, el mortífero delantero rival Samuel Eto’o y su paisano Ronaldinho. Y puede que hasta en el Inter.

La nota periodística que reseña la desgracia de Ronaldo da cuenta del rumor de que el Barcelona estaría interesado en tenerlo de regreso. Mala cosa esa.

Ronaldinho dice que “sería una alegría muy grande que viniera porque el fútbol es más bonito si él juega”. Tan tierno el dientón… Eto’o también: “Es un gran jugador y si viene será bienvenido” (su redundancia valga, entendamos que es camerunés). Claro, ambos saben lo que es pasar por una mala racha y no hay que escupir contra la gravedad. Pero el macilento 9 no parece ser una buena inversión y mucho menos para el campeonísimo Barsa. Y la verdad es que no sé si ni siquiera el carajito de la cuña de Nike, esa de “Jorgito +10” lo incluiría en su alineación titular. Y encima, con lo “sensible” que es, ¿cómo reaccionaría cuando le toque el primer Barcelona-Real Madrid y en el Bernabeu le saquen la madre en perfecto castizo?

MESUENA - Hello Kitty canta U2

Cuando apareció por ahí el cd Bossa n’ Marley parecía una simpática curiosidad. Luego nos topamos con el Bosa n’ Stones y –aunque es pasable- ya entendí que teníamos que empezar a preocuparnos. Y vino el segundo con los Rolling en clave brasileña.

El de los temas de los 80 aguados en jazz no merece ni comentarlo.

Pero esto ya es el colmo. Hoy conseguí en los piratas el Bossa n`U2. Y ansío una invasión de cascos azules, una dictadura que prohíba esa aberración, esa idea funesta, esta recopilación del demonio.

Lo voy escuchando mientras escribo. En directo es así. Arranca con In the name of Love y es una versión idiota, sin gracia –por no decir desgraciada- y con el brasileño quién sabe dónde. Le sigue Stay (Faraway so close) y no, no se pone bueno esto: desangelada, amelcochada y casi un remedo innecesario de la original. Sweetest Thing creo que es peor: la esposa de Bono jamás le hubiera perdonado nada si se la hubiera cantado con esa vocecita maricona. Bad, una de las mejores canciones de los irlandeses queda deshecha en este disco que por momentos parece un karaoke… no doy más.

Recuerdo a Ray Coniff. Esa época en que orquestas como la de él o el piano insufrible de Clayderman pasaban por la licuadora grandes composiciones hasta dejarlas convertidas en un ruido de fondo… suena One y pienso en Voz Veis. No, los maracuchos esos la cantarían mejor. Pienso también en Paris Hilton.

Si Hello Kitty cantara, este sería su disco.

JARTERAPOP - Sumito, ya está bueno ya

En su época de "gloria", cuando la única manera de zafarse de la televisión local era una lujosa y estrambótica antena parabólica, cada vez que la pegaba con algún "artista" Venevisión recurría siempre a la misma fórmula: lo incrustaban en una novela, lo llevaban todas las semanas a Sábado Sensacional, le hacían grabar un disco con SonoRodven, regresaba a Sábado Sensacional a cantarlo y a perdujicar nuestros oídos infantiles y, por supuesto, bailoteaba su gaitica en la cuña de navidad.

Así estamos con Sumito. ¿Coño, no hay otro cocinero en este país? (bueno, si lo van a sustituir por el "deconstruído", mejor dejen la vaina así). Sumito sale en Gourmet Channel, habla en la radio, escribe en El Nacional, publica recetas en Todo en Domingo, edita un libro, lo entrevistan en todos lados preguntando, invariablemente más o menos lo mismo, y es -o ha sido- portada de cuanta revista anda por ahí. Y es más: en este mismo momento alguna publicación podría estar imprimiendo su cara otra vez.

Puede ser que al principio te alegraras por él: "mira pues, Sumito en Gourmet Channel..." Ya sabes, el orgullo patrio. Pero yo, la verdad, estoy harto. Con él está pasando eso que se puede denominar como "el efecto Erika, Luis y Daniela". No hubo revista que no los sacara en distintas combinaciones: de a uno, de a dos, de a tres y, claro, con el divorcio, sólo quedaron dos. Es sencillo imaginar la reunión en la que los editores decidían los contenidos: ¿y si entrevistamos a Chataing? Eso, es lo que pasa ahora, sólo que Sumito sustituye a Luis en esa oración (aunque Mayré pudiera estar roncándole en la cueva).

Ese “efecto” termina siendo nocivo, pero con una sociedad tan veleidosa y olvidadiza como la nuestra, a quienes les toca el número de la fama poco les importa generar cansancio. Todo lo contrario: hay que exprimir al máximo el momento para justificar la tarifa. Me parece, sin embargo, que al menos alguien supo manejar bien la situación. Eli Bravo, a quien vimos y escuchamos por todos lados durante una buena cantidad de tiempo, en cierto momento cuando quizás ya hasta él estaba hasta el forro de sí mismo, le puso pausa a su carrera de “hombre-anuncio” y se fue bien largo al carajo. Si mal no recuerdo eso lo hizo dos veces. Y ahí está: sosegado, tranquilo y lavando la ropita con Whirpool.

Volviendo a Sumito, a veces he pensando en ir a Sibaris a ver qué es lo que es. Pero recuerdo su tonito en Gourmet diciendo "cebollitas", "cositas", "tomaticos" y francamente se me quita el hambre. No sé qué más puede hacer Sumito: quiera Dios que no lo pongan en la autopista al lado de las chicas Polar.

miércoles, noviembre 08, 2006

Asi es que es: arrancando con un texto ajeno

Bienvenidos. El texto que sigue a continuación -editado- fue tomado del blog del escritor colombiano Efrain Medina, un tipo que fundamentalmente escribe libros, debe masturbarse mucho y entre una y otra cosa se encarga de decir porquerías sobre García Márquez y la literatura colombiana en general. Lindo chico, ¿no? En fin, allá él con sus vainas. ¿Y qué hace este texto aquí? No estoy muy seguro... pero creo que refleja en modo superlativo parte del espíritu de de mala madre.


UNA GASOLINERA EN EL DESIERTO

PUBLICADO 27/10/2006

ENTREVISTA A JAMES LEPHRA
(aparecida en la revista Maxturb-Arte)

REVISTA MAX: Vocación, determinación, ganas de cambiar el mundo, ¿qué razón lo lleva a escribir?
J.L.: ¡Dinero en efectivo!

REVISTA MAX: ¿Va mucho a cine?
J.L.: No, la última vez fue hace seis años. El cine nunca ha pasado de ser un montón de chatarra dorada. Con los años ha ido perdiendo el color y para tapar los baches suelen usar mierda. El cine colombiano me enferma; la mierda que usan no sólo es blanda sino que hiede a bebé muerto. Antes veía la tele, ahora prefiero mirar el cielo raso y embrutecerme sin ayuda.

REVISTA MAX: ¿Cómo va su vida sentimental?
J.L.: Bastante tranquila desde que decidí que masturbarme era lo mío. Al principio lo hacía con revistas y videos porno, después contraté gente y finalmente llegué al estado ideal: me excito con la llave de la ducha, así que cuando expulso el semen sólo tengo que girar la llave

REVISTA MAX: ¿Le gusta el mar?
J.L.: Sí, a veces sueño que se ahogan una pila de escritores mamones, que caen de los puentes miles de poetas con piedras atadas al cuello y entonces pienso que el mar es lo mejor. Por desgracia es sólo un sueño… Me conformaría si al menos cayeran Isabel Allende y Paulo Cohelo.

REVISTA MAX: ¿Se considera un buen escritor?
J.L.: Nunca se puede estar seguro, Hemingway dijo que todo escritor debía tener un detector de mierda, pero a él se le dañó porque si algo tienen sus novelas es eso. Me parece que apenas funcionó con los cuentos, así que un escritor debe tener su detector de mierda y otro que garantice que el primero funcione. Volviendo a su pregunta me considero mejor escritor que el chaparro de Hugo Chaparro o el mediano de Andrés Hoyos (quien nació sin detector o lo compró de segunda mano).

REVISTA MAX: ¿Qué opinión le merecen las fusiones basadas en música folclórica?
J.L.: Mi debilidad no es el manido folclor, prefiero estudiar el sexo de las lombrices. A pesar de ello entiendo el valor de Alejo Durán y otros juglares por el estilo y pienso que sólo una bestia infame podría relacionarlos con esos mamarrachos tragamonedas de hoy.

REVISTA MAX: ¿Le gusta algún escritor latinoamericano?
J.L.: Prefiero el boxeo. En cualquier otro deporte lastimar es contra las reglas. Si un corredor de fórmula uno revienta a 300 km/h contra una pared se habla de accidente, si Gattuso (un psicópata avalado por la FIFA) le parte en tres pedazos la pierna al gordito Ronaldo se habla de falta grave. En el primer caso se investiga, en el segundo se sanciona. El boxeo es odio puro, te subes al ring con la sana intención de arrancarle la cabeza al rival.

REVISTA MAX: ¿Qué opina de Amparo Grisales?
J.L.: Que a pesar de tenerlo viejo lo mueve bastante bien. Particularmente prefiero uno nuevo aunque no se mueva tanto.

REVISTA MAX: ¿Qué opina del poder?
J.L.: Es obvio que el hombre fracasó en todos sus sueños (amor, equilibrio, salud, eterna juventud, tolerancia, etc.) y que ha triunfado en sus pesadillas (guerra, enfermedad, miseria, gripe, programas de opinión, etc.). Me parece que la búsqueda ha llegado a su fin. Esa basura de políticos (y prefiero a los que tratan de sacar ventaja porque los bien intencionados resultan peor) que habla de objetivos, de posibilidades y éxito, de valor y honor, de algún tipo de futuro donde cantan ruiseñores y el golf es un deporte, a ese gente la metería con infinito placer en la máquina de moler sesos.

REVISTA MAX: ¿Cuál es su sueño?
J.L.: Tener una gasolinera en el desierto. ¿Suena loco, eh? El truco consiste en que jamás estará en servicio, ni una gota, sabes, ni una.

REVISTA MAX: No le encuentro el sentido...
J.L.: Imagina un auto rojo lleno de actorcillos de la tele o cualquier otra porquería, han salido en busca de emociones fuertes y están extraviados, el tanque del auto está casi vacío, algunos empiezan a chillar y de repente encuentran mi gasolinera y se entusiasman, piensan que llegan al lugar correcto y yo me lo pienso y miro sus alegres caras, ¿entiendes?

REVISTA MAX: No, ¿podría ser más explícito?
J.L.: (Después de un largo y terrible eructo). Sabía que por alguna razón eras periodista...

REVISTA MAX: ¿A qué atribuye su fama?
J.L.: En el supuesto caso de que Dios hubiera inventado al hombre para destruir una obra fallida, de la cual el hombre hace parte, nadie podría acusarlo de negligencia (al hombre, claro).

REVISTA MAX: ¿Cómo ve el futuro próximo?
J.L.: Pienso que la fiesta va a seguir: racismo, drogas, contaminación, raras enfermedades, los segundos cuarenta años de Jorge Barón, miseria, guerra, involución, momias ilustradas opinando sobre el sexo de las lombrices... También habrá mierda por toneladas, la mayor parte escrita por Ángela Becerra, Laura Restrepo y Walter Rizo. Graves tragedias nacionales como que la Selección de Fútbol no clasifique al próximo mundial y lo peor de todo: una nueva generación de escritores colombianos.

REVISTA MAX: Supe que tuvo un roce con un eminente científico...
J.L.: El idiota se cabreó por un fragmento de mi libro Cohelo y Dan Brown me la chupan de nuevo que dice: (abre el libro y lee) Resulta conmovedor preguntarse cuán importante es el descubrimiento de sustancias que salvarán millones de vidas en el tercer y octavo mundo. No es en cierta forma cruel (en un planeta atestado de gente) SALVAR VIDAS que de antemano están condenadas a la angustia fisiológica y la desolación ambiental, a la depresión renal y a la intemperie, al delirio de persecución (bien fundamentado), al hambre, a que los gringos ganen todos los partidos de baloncesto, a la ruina mental, moral, física, a no echarse jamás un polvo con Scarlet Johanson (o al menos una prepago paisa). Condenados a ser escoria para experimentos nucleares con desechos radiactivos enterrados en sus patios. Vendrá un día en que esos sabios y arrogantes investigadores serán considerados CRIMINALES por habernos salvado de una muerte más que digna y temprana en nombre de una ciencia que no ha sido capaz de inocular al hombre una sustancia que mengüe su ferocidad.

REVISTA MAX: ¿Ha pensado en el suicidio?
J.L.: Sí, me gustaría abrir el periódico un amanecer y encontrar que la noticia de día es el suicidio en serie de los animadores de tele ventas, el elenco de Padres e Hijos y los cantantes de Reggaeton. El suicidio es el único acto de pudor que les queda a tantos hijueputas.

REVISTA MAX: ¿En qué trabaja actualmente?
J.L.: Un caguetas de Hollywood quiere llevar mi novela Brinca y pea, baby al cine y me pidió que escribiera el guión, pero mi gran proyecto sigue siendo inventar un papel higiénico que de verdad limpie el culo.

REVISTA MAX: ¿Qué cosas odia?
J.L.: Las habitaciones repletas de libros, la gente que trabaja detrás de una ventanilla, Mercedes Sosa (cuyo apellido no podría ser más apropiado), la gente que explica sus actos, los granos que me salen en la cara y en el culo. La gente que cree en la fecha de vencimiento de los alimentos enlatados y en los jugos de pura fruta y esas babosas culonas que saltan de los reinados a la tele y en cada entrevista van diciendo que soy su personaje favorito.

REVISTA MAX: ¿Algo le inspira respeto?
J.L.: Cualquier criatura distinta al hombre me lo inspira, ellas siguen viviendo por no caer en cuenta del mundo en que viven; en cambio, nuestra supuesta conciencia, no nos sirve para tener el ápice de pudor que nos haría reventar. Hace poco leí que las águilas, cuando por alguna razón (ala rota, vejez, pérdida de pareja) no podían dominar los cielos a su antojo, optaban por suicidarse estrellándose contra las rocas y que lo mismo hacían los grandes habitantes del océano. En cambio, nunca he sabido que una cucaracha tome tal decisión.

REVISTA MAX: ¿Qué le falta por hacer?
J.L.: Comerme un murciélago vivo o lo que es peor: ver las películas de Dago García. Experimentar asco es una aventura apasionante que empiezo cada día al mirarme al espejo y que sólo puedo superar en un encuentro de escritores.

REVISTA MAX: ¿Cómo le gustaría terminar esta entrevista?
J.L.: Con un adiós a los que me aman y un pedo al resto.


Nota:
James Lephra. 54 años. Diseñador de calzoncillos para jabalíes. Filósofo y dentista. Actor de cine y televisión en Guinea del Sur. Estuvo casado con la tenista Martina Cara de Caballo y con el mesero Jaime Baily’s. A los tres años James Lepra le echó un pedo en la cara a su tía, la famosa prostituta y exreina nacional de la belleza, Miss Chupalotodo. Esa misma noche descubrió que su padre era el poeta y vendedor de aspiradoras Depáck Chuprálotodo (vendedor del mes durante tres años en K-Mart). Desde entonces la crítica lo ha catalogado como un tipo irreverente. La modelo brasileña Kira ha declarado que Lephra se lo zampó por detrás cuando ella no había cumplido trece años. Lephra sostiene que fue por delante.