jueves, julio 26, 2007

CAIMANIANDO - Que alguien me explique

Todavía trato de entender qué fue lo que vi ayer. Eso de que la honorable Asamblea Nacional se ocupe de un ramplón caso de extorsión me parece una vaina rarísima. Entre otras cosas.

Wilmer Ruperti, el papaúpa de los tanqueros, fue extorsionado por un fulano y que periodista de esa cosa llamada Reporte de la Economía. Lo vi allí hablando, describiendo sus barquitos, describiendo cómo fue que luchó contra el paro petrolero haciendo el enorme sacrificio de importar gasolina (¿la regaló a la patria o la cobró en dólares?) y recuerdo el cuentito aquel de las pistolas de Bolívar que compró en una subasta internacional para obsequiárselas al comandante en jefe. Y me pregunto: ¿qué hacen el gran echador de paja Tascón y los demás diputados arrinconando al camarada padre Palmar y a ese muchacho con ese nombre tan raro, Leocenis, defendiendo al ricachón Ruperti de los ataques de este par de zarrapastrosos?

Quien quiera que tenga el dudoso placer de gastar mil bolívares diarios en “eso” llamado Reporte, tendrá muy claro que estos dos maracuchos hace tiempo que se dedican a decir cualquier vaina que se les ocurra contra Pdvsa y su “alta” gerencia. Dicen que son choros, estafadores, ineptos, vividores, guisadores. En perfecto cristiano zuliano: todos los días los vuelven verga.

Y después sale Tascón –cuándo no- con un video en el que parece que José Rafael Ramírez recibe un sobre con dólares de parte de un tipo de seguridad del ilustre Ruperti. Esa es la prueba de la extorsión.

Aquí viene otra pregunta: ¿Porqué un tipo poderoso como don Wilmer se va a calar que un malnacido cualquiera le tumbe unos dólares así como así? ¿Pruebas de qué tiene en la mano ese tal Ramírez como para que don Wilmer no le mande a meter un plomazo?

Esta es una pelea extraña. El padre Palmar, que de padre lo que le queda es el cuellito ese, es uno de esos chavistas de pasión histérica que seguro levita todos los domingos con el sermón del pope mayor. No tengo claro si Leocenis –carajo, ese nombre- también lo sea, pero me huele a que al menos alguito le simpatiza el proceso. Como sea, estos dos se dedican a darle hasta con el tobo y el clergyman a esa cueva de malandros –camaradas todos- en que se convirtió Pdvsa y en medio de la vaina se meten con Eudomar Carrullo (remember el Lamborghini estrellado) y con don Wilmer.

La saña, sólo comparable a la de La Hojilla (en sus dos versiones: semanario y televisión) contra Granier y Miguel Angel y la extorsión, llaman la atención de los diputados y en una pirueta inesperada, deciden que van a “investigar”, no las cosas que se denuncian sobre Pdvsa, sino a los desbocados denunciantes, como si tuvieran las mismas atribuciones que la PTJ o la Fiscalía.

Pero en realidad parece que quieren otras cosas: defender a don Wilmer, joder a Reporte y conseguir un ejemplo de que los medios venezolanos se dedican a extorsionar a ciudadanos honrados. Esa sería la primera parte. Luego vendrá la otra de comerse el mojón gordo de Eva Gollinger y Mario Silva de que a todos los comunicadores que viajaron alguna vez con su bequita a Estados Unidos les lavaron el cerebro con jabón verde dólar tal cual lo hacen con todos los venezolanos que viajan a La Habana a quienes se los lavan con jabón rojo mierda. Extorsionadores, agentes de la CIA… Por ahí es que patean las vacas.

No llego a otras conclusiones porque, como dije al principio, todavía no sé con qué se come esto. Pero fue gracioso escuchar a los diputados decir que ellos sólo querían “lavarle la cara” al periodismo venezolano mancillado por Reporte y por Ramírez: ¿Es Tascón, el autor de la lista criminal, quien va a rescatar al periodismo del país? ¿Son estos aduladores del pensamiento único los que lavarán las manchas de ese gremio? ¿Palmar es cura o periodista? ¿Leocenis es periodista? ¿Y de verdad Ramírez lo es? ¿Esos espacios de opinión y campaña son considerados periodismo? Verga, hoy en el cafetín de la Universidad si veo a Max Romer le pediré que me aclare algunas cosas porque nosotros los de las carreras científicas no entendemos nada.

No puede uno prever en qué parará todo esto, pero tampoco está mal ver de vez en cuando a estos caimanes cayéndose a dientazos, mientras tratan de no utilizar el sagrado nombre del comandante en vano. Pero por mi, que se jodan el cura, el petrolero, el tanquero, el echador de paja y hasta el muchacho del nombre feo. Aunque apuesto a ganador si voy por don Wilmer.

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