lunes, marzo 24, 2008

YONOFUI - Amor asesino

Un periodista británico cuenta su historia de amor con una joven colombiana que resultó ser sicaria de las autodefensas. Su drama humano impresiona en Europa y podría ser llevado al cine REVISTA SEMANA

El conflicto colombiano ha sido el telón de fondo de innumerables dramas humanos. Pero pocos, sin embargo, tan singulares como el que vivió Jason Howe, un fotógrafo inglés cuyo destino giró de improviso en una carretera del departamento de Putumayo. En los años que siguieron a ese encuentro fortuito con una muchacha de la región, el reportero se adentró sin quererlo en las profundidades del submundo de la violencia colombiana. Hoy, cuando ha recibido ofertas para llevar su historia al cine, y a dos meses de publicar el libro que lo trajo a Colombia, recuerda ese período de su vida con una mezcla de asombro y arrepentimiento.

Howe había abordado un bus en Pitalito con destino a un municipio de Putumayo. Fue entonces cuando vio por primera vez a Lorena*, una joven lugareña de 22 años. Muy pronto supo que ella había estado de compras en Cali e iba de vuelta a su casa. Llevaba varias bolsas con ropa nueva para ella y para sus amigas, y le cayó en gracia de inmediato. Le pareció linda, inteligente y muy amigable, tanto, que charlaron durante todo el recorrido. Él le contó que era un reportero gráfico inglés y que llevaba varios meses en Colombia tomando fotos para un libro que quería hacer sobre el conflicto. Y que después de haber estado en San Vicente del Caguán con guerrilleros de las Farc, que lo invitaron a vivir en un campamento en Los Pozos por algunas semanas, quería tomarles fotos a los paramilitares. Ella le dijo que tenía amigos en las AUC y en el Ejército, le prometió que le ayudaría a contactarlos y le ofreció un cuarto en su casa para que se quedara.

Así comenzó una historia que marcaría para siempre la vida de Howe. Porque muy pronto se enamoró de esa joven graciosa y atractiva, sin saber que era una sicaria que trabajaba regularmente para las autodefensas y que también asesinaba por encargo de quien se lo pagara.

Jason le contó hace algunos dias a a SEMANA desde Tailandia, poco antes de incursionar en la frontera con Birmania (Myanmar), que no había querido narrar su aventura en Colombia antes. Primero, por la carga emocional que tiene para él. Y segundo, porque teme por la vida de la hija y los padres de Lorena quienes, a diferencia de ella, aún siguen vivos y deben cargar con los pecados que cometió, los mismos que ellos no se atrevieron a cuestionarle. Pero su extraña historia ya fue publicada en el diario The Independent y la revista Arena, ambos del Reino Unido.


De Londres a Putumayo

Howe había vivido durante varios años en un plácido anonimato. Pero un día se cansó de ser vendedor de una tienda de cámaras y decidió que quería ser reportero gráfico y que aprendería los secretos del oficio por el camino. Había oído hablar del conflicto colombiano y se le metió en la cabeza hacer un libro de fotos sobre la tragedia de ese lejano país suramericano. Así que vendió todas sus pertenencias y se dispuso a convertir en realidad su sueño. Fue en su segundo viaje, a principios de 2002, cuando conoció a Lorena. Durante aquellas primeras semanas la relación entre ellos se fue estrechando. Howe se instaló en la casa de los padres de ella y solía acompañarla al río a nadar y a lavar la ropa. Poco a poco el inglés se fue convirtiendo en otro miembro de la familia. No sabía que ella ya era miembro de las AUC ni que en su pueblo algunos sospechaban que había participado en las masacres de El Tigre, en 1999, en las que asesinaron a más de 34 personas.

A los seis meses de estar en el país, el dinero se le comenzó a acabar. Como todavía no lograba mayores ganancias con sus fotos, dependía de la ayuda de su madre, quien lo apoyaba económicamente. Así que decidió volver a casa.

Seis meses después, con nuevos recursos, regresó a Colombia para seguir adelante con su proyecto. Luego de retratar a las fuerzas especiales del Ejército y a la Policía Nacional en Arauca, decidió volver a Putumayo a reunirse con su amiga.

Su reencuentro fue muy emotivo. Fue entonces cuando ella comenzó a abrirle una ventana a su doble vida. Le contó que era paramilitar y que había participado en combates en varios pueblos del departamento. "Me mostró unas fotos de ella con el uniforme, y de una amiga que murió en los enfrentamientos, que según Lorena habían sido con las Farc en El Tigre. Luego me dijo que ya no estaba metida en eso", recuerda Jason. No la juzgó, creyó que ya había abandonado esa época de su vida, y cuando llegó el momento, simplemente empacó sus maletas y viajó, esta vez a cubrir la guerra en Irak.

Después de su paso por Oriente Medio regresó a la humilde casa localizada a la orilla de una carretera al sur de Colombia. El tiempo y la distancia habían afianzado los sentimientos de estos amigos que hasta ese momento sólo se besaban y andaban de la mano. Pero esta vez se convirtieron en amantes. Luego de su primera noche juntos, Lorena le reveló su atroz secreto. Le dijo que ahora estaba 'trabajando' con las milicias urbanas de las AUC y que su labor era deshacerse de los informantes y de los guerrilleros. Le confesó que para entonces ya había matado nueve personas.

Jason no corrió espantado. "Yo había estado trabajando en Irak y había cubierto el conflicto en Colombia. Había visto tanta gente muerta y tanta gente matándose, que estaba como aturdido y no me pareció tan chocante en un principio. Había perdido mi enfoque y mi perspectiva de periodista", cuenta. Ni siquiera reaccionó cuando unos colegas lo confrontaron furiosos y le preguntaron una y otra vez qué carajos estaba haciendo. Una fuente local les había advertido que esa jovencita con la que andaba Jason era una de las asesinas más peligrosas del pueblo. Pero él estaba como en medio de un sueño macabro. En el artículo autobiográfico que escribió para la revista Arena, reproducido por el diario The Independent, contó que "volando en una combinación de un clima tropical embriagador, ron local, cocaína de grado A y en los brazos de una núbil de 22 años, la fantasía y la realidad se volvieron borrosas. Sentía que estaba viviendo en una película de Quentin Tarantino". Ni siquiera lo escandalizaba que ella se quitara el revólver que llevaba al cinto y lo pusiera en la mesa de noche antes de meterse en la cama.

La jovencita le iba soltando a cuentagotas, con el paso de los días y de las semanas, los detalles más impresionantes de su doble vida. Pero él seguía enamorado y fantaseaba con llevársela lejos para que pudieran tener un futuro juntos.

Hasta entonces se imaginaba que su amante era hasta cierto punto otra víctima del conflicto, como tantos obligados a tomar partido en una situación de violencia generalizada. Pero una noche, después de hacer el amor, Lorena le contó con toda naturalidad que había matado a una mujer por encargo de una amiga que sospechaba que era la amante de su novio. Describió sin pudor cómo decapitó a la víctima, le cortó los brazos y las piernas, le sacó las entrañas y la lanzó al río para deshacerse del cadáver antes de cobrar por el 'trabajito'. Fue sólo entonces cuando Jason entendió que esa mujer acostada a su lado no luchaba por un ideal político, como él quería creer, sino que era una asesina en serie, fría y despiadada, y que probablemente había aprendido esa sevicia en las autodefensas.

Jason asegura que su enamoramiento por Lorena murió ese día, pero no por ello dejó de verla. La enfrentaba casi a diario. Le preguntaba qué esperaba enseñarle a su hija de 5 años, quien la veía limpiar su pistola encima de la cama. Cómo podría explicarle acerca de lo que está bien y lo que está mal, si ella no respetaba la vida de nadie. "Ella sólo me respondía que yo no tenía ningún derecho a juzgarla, que yo no era de este país y que no sabía cómo eran las cosas", recuerda. Desde ese momento, cada vez que iba a la morgue local a tomar fotos para su libro, pensaba que los nuevos muertos podían ser víctimas de su propia novia.

Un día ella le contó que iba a matar a alguien y le insinuó que la acompañara. Horrorizado, él se negó. Aunque ya había comprometido su ética periodística al dejarse involucrar tan profundamente en esa historia, no pensaba ir contra su moral. Comenzó a ver a Lorena como un sujeto de estudio, quería entender qué la llevaba a matar. Decidió hacerle una entrevista en video, para que ella le contara en cámara todo lo que le había confesado bajo las sábanas.

Un final inevitable

Cubierta por un pasamontañas, ella respondió ante la cámara con una sinceridad casi morbosa. "Cuando maté la primera persona, estaba asustada, tenía mucho miedo. Lo maté sólo para ver si era capaz de hacerlo. Por eso el primero fue muy duro, porque estaba arrodillado rogándome que no lo hiciera. Lloraba y decía: 'No me mate, tengo hijos'", confesó la muchacha. También contó que había matado a un amigo suyo de toda la vida porque su comandante le había advertido que era guerrillero y que si no lo eliminaba, la muerta sería ella. Luego de descargar su pistola contra la cabeza del joven, el día siguiente asistió a la velación y les dio el pésame a los padres.

"Quiero cambiar mi vida. En este momento estoy cansada y me duele haber matado a tantas personas. Antes me obligaban, pero ahora lo hago por el dinero. Pero es que la plata es todo", aseguró en la entrevista. Para entonces ya llevaba 23 muertos a cuestas y por ninguno de ellos le habían pagado más de un millón de pesos. Mientras estuvo con Jason mató a 14 de ellos.

Jason recuerda el temperamento de Lorena. Estallaba en furia con cualquiera que la fastidiara. Hasta sus padres le tenían pavor a su genio y a ella le gustaba eso. Se lo demostró cuando con pistola en mano le preguntó si él también le tenia miedo. Pero Howe, según cuenta, no se asustó. Todo lo contrario, siguió confrontándola hasta el día en que volvió a partir, esta vez a cubrir la guerra en Afganistán.

Durante algún tiempo siguió en contacto con Lorena por correo electrónico. Ella le escribía que nadie se había atrevido a plantearle las cosas que él le dijo, que nunca había permitido que ni siquiera su familia la cuestionara. Le decía que quería cambiar de vida y que por eso estaba estudiando enfermería. Pero de un momento para otro los correos se silenciaron y Howe temió lo peor.

Y lo comprobó cuando a principios de 2005 regresó a buscarla. Como "quien a hierro mata, a hierro muere", Lorena murió a los 25 años. Los miembros del frente de las AUC al que ella perteneció la asesinaron, supuestamente por haberlos 'sapeado'. Primero la apedrearon y después la remataron a tiros. Su hermano, que trabajaba en un cultivo de coca, fue a reconocer el cadáver completamente desfigurado. Según le contaron los padres a Jason, su hijo no aguantó la impresión y sufrió una apoplejía que lo dejó inmovilizado y sin habla.

Howe fue con la madre y la pequeña hija de Lorena a visitar su tumba. Junto a la lápida recordó que ella le decía que renunciar a las AUC se pagaba con la muerte. Pero evitó indagar más sobre su asesinato, pues los paramilitares y varias personas del pueblo los habían visto caminando juntos. Temió por su vida y decidió marcharse de inmediato. Jamás ha regresado.

Sabe que lo que le ocurrió fue producto en gran medida de su inexperiencia, pues Colombia fue la primera zona de conflicto que visitó en su vida. Pero lo atormenta la ambigüedad de su vivencia. Por un lado se siente culpable porque cree que la pudieron haber matado por todo lo que le contó a él. Asegura que: "a veces me planteé que mi responsabilidad era ayudarla, traerla a Inglaterra o irnos a Bogotá o algo así. Pienso que si lo hubiera hecho, tal vez estaría viva. Me cuestiono si debí darle plata, pero también quizá no, quién sabe". Pero también cree que su muerte era un final predecible.

Mucho se ha preguntado Jason si la maldad de Lorena era producto de la violencia en la que se crió. Pero también lo asaltan los peores sentimientos. "Ella era una persona que tenía ideas muy oscuras. Creo que era mala y creció en un lugar en donde tuvo la oportunidad de desarrollar esos impulsos de matar y salirse con la suya durante mucho tiempo". Lo dice con el dolor de saber que estuvo enamorado de esa mujer.

El libro de fotografías que completó en sus viajes al país, Colombia: Between the lines (Colombia: entre las líneas), será lanzado en unos dos meses. Jason ganó un premio a la excelencia por esas fotos en la edición número 60 del concurso Pictures of the Year International. Al lado de las imágenes de guerrilleros de las Farc, militares y policías, y miembros de las AUC aparecen algunas de las que le tomó a Lorena. Dice que "de alguna forma, ella para mí representa ahora todo lo que está mal con el país. Porque ella se parecía mucho a Colombia. Era hermosa, tenía muchos recursos, era inteligente, pero siguió el camino de su autodestrucción".

*Nombre cambiado

viernes, marzo 07, 2008

JARTERABELICA - Este merengue es bien raro

Casi es como para sentirse decepcionado.

Había comprado una buena ración de escocés y unos pocos frascos de ron Viejo de Caldas. Lo primero para aguantar el coñazo que se nos venía encima. Y lo segundo para invitarle un traguito a los ocupantes, porque de la revolcada no nos salvaba nadie.

Había alquilado una casita con viejita arepera incluida en uno de esos pueblos horrendos de Yaracuy. Porque, vamos a estar claros, a la hora de los bombardeos nadie tenía porque apuntar para esa vaina. ¿A quién le interesa explotar Yaritagua? ¿A quién le interesa ocupar Guama? No joda. A nadie.

Así que el plan era perfecto. Estaba esperando el choque agarrado del asiento. Esos colombianos la llevaban ganada. Ni Lina Ron ni los valientes sombrerudos del frente campesino Ezequiel Zamora, ni los ministros reservistas, ni las viejitas que en vez de atender a los nietos andan buscando quebrarse una pata en ejercicios militares, iban a poder hacer nada contra estos carajos que llevan cuarenta años echándole bolas a la guerra.

Y ni hablar de nuestros militares. Lo único que saben es jalar bolas, desfilar y caer como halcones cuando ven un whisky 18 con cintica roja de puerto libre. Bueno, ahora también aprendieron que después de la patria y el socialismo viene la muerte. Y eso le arruga la pepa a cualquiera.

Pero entonces el enano Uribe dio vueltas de un lado a otro dándole la manito a el eje chavistongo de Latinoamérica, a los chupa dólares del continente. Y me queda la duda de qué coños fue lo que les dijo con esa carita de regañón llorón. Ahora ya no va para la Corte Penal Internacional. Ahora se irá a meter en el rabo las pruebas que escupió la computadora del angelito Reyes. Ahora ya Correa no apoya a las FARC. Ahora Chávez ya no es un perro que financia al terrorismo guerrillero. ¿Y ahora qué? ¿Ya no más computadora de Reyes? ¿Ya Uribe no es un vil mentiroso? ¿El borracho empedernido y violador de Ortega recibió la orden de callarse la jeta?

Coño, uno no entiende nada en este merengue